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"La civilización técnica e industrial no conoce ni desarrolla en el hombre más que una parte muy restringida de su ser, precisamente la que le asegura el dominio y la posesión de la naturaleza, es decir, el pensamiento que calcula y planifica, la razón dominadora, la voluntad de conquistas y de rendimiento. La civilización técnia e industrial ignora todo de la vida instintiva y afectiva del hombre (...). Los valores de sensibilidad, de comunión, de gratuidad y de contemplación no tienen curso en el mercado industrial."
Este párrafo del capítulo final nos puede servir para intuir la importancia de libros como el que presentamos ahora. El Canto de las Fuentes es una fresca relectura del Cántico de las Criaturas, una delicada profundización en la vida de Francisco de Asís, el maestro del desprendimiento y la desposesión en todos los planos.
Solo así se puede hablar de la fraternidad cósmica, que parte de una experiencia vital de simpatía y de afecto hacia todo lo que vive y lo que existe y del reconocimiento en todas las cosas de un mismo principio, de una raiz común. "Rehusar la fraternidad con la naturaleza es también, en definitiva, hacerse incapacers de fraterrnizar entre hombres."
Así, un hombre capaz de experimentar vitalmente esa fraternidad cósmica es un ser reconciliado, consigo mismo, con sus raices y con los demás hombres: ¿Acaso fraternizar con todas las criaturas no es optar por una visión del mundo en la cual la concialiación triunfe sobre el enfrentamiento?. ¿No es abrirse por encima de todas las separaciones y las solidades, a un niverso de comunión, en un gran hálito de persón y paz?. El mundo pasa, de este modo, de ser un objeto a dominar y poseer, a conformarse como una realidad maravillosa en la que el hombre es admitido para vivir y cooperar en la creación con todo lo que vive.
En definitiva, un libro interesante para profundizar en la aventura de "hacerse hermano" en un mundo que se ha convertido en inhóspito para millones de personas. Eloy Leclerc