CULTURA PARA LA ESPERANZA número 30. Invierno 1998.



Rovirosa, Profeta

    "He aquí un profeta: Eso es un hombre traspasado por la palabra candente de Dios como Jeremías, como Isaías, como Amós, como el Bautista.

     ¿Vale la comparación? Me tomo el riesgo personal de hacerla"     Pont y Gol. Arzobispo de Tarragona.

     "¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como una gallina reúne a sus pollos bajo las alas, y no habéis querido! Pues bien se os va a dejar desierta vuestra casa. (Mt. 23,37,38)

     Todo el camino de la humanidad está señalado de piedras: las piedras que han servido para matar a los profetas...

     Pero todavía hay algo peor que lapidar a los profetas: el conmemorarlos después de su muerte:

     ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que edificáis los sepulcros de los profetas y adornáis los monumentos de los justos!...

     Las conmemoraciones pueden ser una manifestación de la mala conciencia. Al vil silencio de ayer le suceden las demasiadas charlatanerías de hoy. A la indiferencia y a la sospecha, siguen las celebraciones y hasta las vergonzosas rivalidades por atribuirse sus tumbas...

     Uno de los profetas coetáneo de Rovirosa, Albert Camus, decía:

     "En este mundo unos testimonian y otros estropean ese testimonio. Apenas un hombre testifica y muere, los demás estropean su testimonio con sus palabras."

     Cuando era la ocasión de "gritar desde los tejados" y de salir al aire libre, muchos preferían permanecer en la retaguardia... unas veces tirando sobre los profetas desarmados, o bien, en el fondo se trata de lo mismo, dejándolos morir de cansancio... y cuando más adelante se ve que tenían razón se da rienda suelta a la oratoria y se escriben epitafios en el mármol.

     También Albert Camus se encarga de liquidar brutalmente esta repugnante maniobra:

     "En los períodos de revolución siempre mueren los mejores. La ley del sacrificio hace siempre que al final sean los cobardes y los prudentes los que tienen la palabra, porque los demás la han perdido dando lo mejor que tienen... hablar supone siempre haber traicionado".

     Los profetas no tienen necesidad de que nos despellejemos las manos con los aplausos...

     Exigen más bien, que continuemos su testimonio por el camino del coraje, de la lucidez y del sacrificio.

     Porque un cristiano que se atraganta penosamente en las realidades cotidianas, que no sabe ver claro en los acontecimientos de la historia, que no sabe ser guía para el hombre, es un ser que estorba, un inútil.

     Pues bien, ser guía para el hombre significa precisamente recobrar su propia función profética.

     Pablo VI, al abrir la cuarta sesión del Concilio, subrayó que la Iglesia "está encontrando de nuevo la profecía".

     Y en la constitución Lumen gentium se afirma que el pueblo de Dios participa de los tres atributos de Cristo "sacerdote, real y profético".

     El Profeta.- Hay que deshacer un equívoco, porque un concepto vulgar tiende a presentar al profeta como un individuo extraño, una especie de mago que prevé el futuro.
     No. El profeta lee perfectamente el presente. Tiene el sentido de la historia.
     "Ha entendido - dice un autor- el sentido profundo de la palabra de Dios, en la contingencia histórica en la que Dios lo ha llamado para ser su testigo. Es un enviado de Dios para descifrar el hecho y captar la revelación de Dios en los hechos" (A. Paoli)

     El ojo del profeta es tan lúcido que logra percibir cómo se entrecruzan las líneas del reino de Dios con las líneas del reino humano.

     Es un hombre que ha comprendido el pasado, que no permanece en actitud de defensa frente al presente y que está abierto al futuro. Realiza de este modo una conexión viva entre el pasado, el presente y el futuro, a través de la mediación de la palabra de Dios.

     Es un hombre libre. No está condicionado por los oportunismos. No se ve aprisionado por las tácticas diplomáticas. No está vinculado a intereses de ningún género.

     "Así dice Yahvé contra los profetas que extravían a mi pueblo, los que, mientras mascan con sus dientes gritan: ¡Paz! mas a quien no pone nada en su boca le declaran la guerra santa. Por eso tendréis noche sin visión, oscuridad sin adivinación" (Miq 3,5-6)

    Se diría, según estas palabras, que muchos cristianos no saben desempeñar su función profética, que se han hecho incapaces de gritar, porque siempre se encuentran con alguien que les pone entre los dientes "algo que morder".

     El profeta auténtico, por el contrario, no tiene "bienhechores" que lo condicionen. Es soberanamente libre para decir:

     "Yo, en cambio, estoy lleno de fuerza, por el espíritu de Yahvé, y de juicio y de bravura, para denunciar a Jacob su rebeldía y a Israel su pecado."

     En realidad, él no sabe qué es el cálculo, la conveniencia, el arribismo. Está cortado por la talla de su libertad y del amor. Es libre.

     El profeta sabe callar.- Es el hombre de la palabra, una palabra dura, espera como una piedra, que deja señal, pero es también el hombre del silencio.

     No habla a tontas y a locas. Reduce sus intervenciones a lo esencial. De esta forma sus intervenciones resultan siempre determinantes, "escandalosas". Porque brotan del silencio.

     Los silencios del profeta son inquietantes, lo mismo que sus inventivas.

    Es un contemplativo: La profecía madura en la contemplación. El profeta es un hombre que, ante todo, ha aprendido a rezar, a orar.

     "En la verdadera relación que establece la oración, no es Dios el que escucha lo que se le pide, sino que es aquel que reza el que sigue rezando hasta ser precisamente él el que escucha lo que Dios quiere" (Kierkegaard)

     El profeta-contemplante se concentra en Dios, se pone al corriente de los proyectos de Dios. Y se hace su portador en medio de los hombres.

     Y de esta forma, entre los balbuceos generales, el profeta  es el único que habla claro: entre la perplejidad de la gente es el único que sabe señalar la dirección exacta; en medio de los tropiezos tan abundantes en la oscuridad, es el único que proporciona algo, un poco de luz.

     Por medio del profeta Dios dirige la historia.  Y ese es el camino de la salvación del hombre. Todos estamos llamados a ser profetas. Se trata de descubrir los puntos de convergencia entre la construcción del mundo y la llegada del reino. El profeta sacude todas las modorras y le impide a la Iglesia caminar a remolque.  Está claro que no es un oficio fácil y tenemos una regla de oro para saber si estamos en el buen camino:

     "Cuando uno gana solamente sacrificios, sufrimientos, cuando a uno le toca pagar personalmente, el camino es bueno".

     El clima existencial del profeta es duro, violento. La razón es porque el profeta siempre se enfrenta al:

     a) Poder económico

     b) Poder político

     c) Poder religioso

 

a) PODER ECONOMICO

     "En un mundo donde no hay dos personas que estén de acuerdo en ningún asunto, solamente ante el Dios llamado Economía capitalista todos humillamos la cerviz." Rovirosa

     Y ante dicho poder la actitud de Rovirosa fue doble, humana y cristiana.

    ACTITUD HUMANA:

     a) Práctica: pasa de ingeniero a obrero. Somete la productividad al hombre. Con un talante más libertario y sin concesiones al marxismo entonces muy de moda.

     b) Teórica:

     Lenin había dicho que "sin teoría de la revolución no hay revolución posible" y Rovirosa decía que "No hay cosa más práctica que una buena teoría".
     Entre otras cosas escribe "Manifiesto Comunitarista", COPIN que al principio se llama "Cooperativismo integral" y luego "Cooperación integral". En 1963 escribe "De quién es la empresa" que para él no es objeto sino sujeto de derechos de propiedad.
     La naturaleza de la empresa es diferente de aquellos bienes que pueden ser objeto de apropiación por parte del hombre.

    ACTITUD CRISTIANA: Contrato con Dios. El se comprometió a dedicar sus actividades al apostolado si Dios le ayuda a cubrir sus necesidades materiales viviendo pobremente.
     Como ser rico es el arte de crearse necesidades, Rovirosa fue quitando necesidades, desde la miseria de cigarrillos que fumaba hasta la sahariana y el pantalón azul en verano y en invierno.
     Necesitaba pocas cosas y de lo poco, poco. Y como tenía un profundo sentido social dijo aquello de "Dios no me ha enviado a engordar cerdos".

b) PODER POLITICO

    Las dos realidades que engloban y totalizan la vida del hombre son la religión y la política.  La permanente tensión entre esas dos realidades explica muchas de las páginas más interesantes de la Historia de España y a nivel personal marcan claramente la vida de los hombres.

    "Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios".

    Pues la permanente tentación del poder político es instrumentalizar la religión ya que el poder tiene una clara vocación totalitaria que Montesquieu soluciona realizando la clásica división de poderes.  Pero, igualmente, la permanente tentación desde el ámbito de lo religioso es instrumentalizar -bajo capa de servicio a Dios- al poder político.  Es decir en expresión de Mounier hay una permanente tensión entre lo que él llama "el polo profético" y el "polo político".

     Y esta tentación en la vida de Rovirosa estalla cuando se quiere hacer de la HOAC, obra apostólica, tierra feraz en la que debiera implantarse un sindicato, en el que se apoyaría en su tiempo un partido político de línea cristiana, confesional.  La idea fue expuesta al militante más destacado de la mencionada organización apostólica, Rovirosa, y por un miembro destacado del vértice nacional de la A.C.  La "diplomática respuesta" no se hizo esperar: "Si con la HOAC llega a hacerse tal enjuague yo seré el primero en emplear todas mis energías para combatirla y echarla por tierra".

     Otro diplomático enfrentamiento con el poder político. En este caso, con el poder político nacionalista:
Rovirosa, como todo catalán bien nacido, era entusiasta de Montserrat. Aparte de todas las razones él tenía la del hecho insólito de haber votado toda la comunidad para poder permanecer haciendo vida dentro del monasterio como si de un monje más se tratase.
     Pero a nadie puede extrañar que en aquel entonces, época de la dictadura, el centro del nacionalismo catalán también fuera Montserrat.  Y los nacionalistas quisieron incorporar a su bandera política a un hombre del prestigio de Rovirosa.

     Después de unos primeros contactos quedaron para charlar ampliamente sobre las tesis del nacionalismo catalán. Así ocurrió en efecto y cuando le mostraron con amplitud el panorama de cómo entendían el nacionalismo catalán, Rovirosa, catalán de cuerpo entero, pero cristiano también de cuerpo y alma, colocó una estoca muy diplomática...

     "Si en eso consiste el nacionalismo catalán, me apunto a Andalucía".

     A partir de este momento se produce la excomunión de un catalán por la burguesía catalana... porque yo estoy seguro que eso nunca lo hizo el pueblo catalán.

c) PODER RELIGIOSO

    Le toca vivir en una época de la Iglesia cuyo proceso histórico es el siguiente:

     Pio X.- Los clérigos mandan, los laicos obedecen.

     Pio XI.- La A.C., participación del seglar en el apostolado jerárquico de la Iglesia.

     Pio XII.- Consagración del mundo.

     Concilio.- Después de su muerte: corresponsabilidad... que él adelantándose tanto ejercitó.

     Le toca por tanto vivir en una iglesia indudablemente clerical.

    Pero Rovirosa no cayó en la trampa. Aunque tuvo en ocasiones tensiones y oposición a ciertos clérigos y jerarcas de la Iglesia, esto no le llevó a una actitud antieclesial. Y eso fue fruto de su conversión y de su espiritualidad.

     En el I.S.O. (Instituto Social Obrero), fundado por D. Angel Herrera y donde entró de alumno Rovirosa se quería "formar en la doctrina social de la Iglesia".  Rovirosa "apostató" de la doctrina social de la Iglesia... pero no de la Iglesia.  Y es que la doctrina social de la Iglesia de aquella época tenía menos garra que la doctrina marxista.

     ¿Por qué tuvo una impresionante fidelidad eclesial?.

     El vivió una Iglesia de catacumbas... se la jugaban todos los días para celebrar la misa en el Madrid de la guerra civil... pero salían confortados.  Rovirosa fue desarrollando una espiritualidad seglar que fue el trabajo más serio realizado en España antes del Concilio Vaticano II.

     Esa espiritualidad se basaba en el descubrimiento del Bautismo y empalmando con él, apoyándose en él, con el descubrimiento gozoso de la Santísima Trinidad.

     Hablaba de la Eucaristía, del Bautismo y de la Santísima Trinidad como nosotros hablamos de la Olimpiada o del Mundial.

     Pero, además, tenía una clara conciencia de lo que es el seglar en la Iglesia y de las funciones complementarias que clérigos y laicos tenemos dentro de la realidad eclesial.

     Con sugestiva expresión, decía, que hay cosas y realidades para las cuales el seglar tenía "gracia de estado" y el clérigo "desgracia de estado".

     Esta actitud suponía, en aquel momento, entrar en una dialéctica que fundamentalmente quitaba poder al clérigo, ya que este detentaba todo el poder religioso, y por tanto, todo el poder eclesial.

     Por eso, cuando un clérigo cualificado de la Iglesia española le propone una determinada orientación política confesional el enfrentamiento y la lucha fue clara y terminante. Para esas cosas -estimaba él- tenía "desgracia de estado".

     Rovirosa fue un converso que vivió con mucha elegancia la aventura de la fe.  Todos los días asistía a misa y comulgaba a las 7 de la mañana. Podía decir con el apóstol que "todo lo podía en aquel que le confortaba".

     Porque su padre le hizo amar la verdad fue un investigador de la verdad:

    a) natural

     b) científica

     c) religiosa.

     Amaba a los niños... era delicado con las mujeres, gozaba con la belleza... quería a sus amigos y les entregaba su capacidad, su tiempo y su vida.

     Porque se arrodillaba delante del Señor, se mantuvo de pie ante los grandes de este mundo... y solo torcía su férrea voluntad por amor y para servir mejor a los pobres.  Creía en la Iglesia. Sabía que era un Misterio... respetaba y amaba a la jerarquía... y eso hasta cuando la jerarquía fue injusta con él. Y entonces guardó silencio. Y con ese silencio manifestó con grandísima elocuencia su gran fortaleza.  No se aseguró. Hizo un convenio colectivo con Dios... que siempre paga bien... pues su palabra que es el Verbo permanece y dijo que El daba en este mundo "el ciento por uno" y luego la vida eterna.  Tenía una gran serenidad y esperanza.  Tuvo muchos amigos. Hizo una preciosa traducción de un pequeño libro de Michoneau... "No hay vida cristiana sin comunidad".

         Luis Capilla

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