CULTURA PARA LA ESPERANZA número 37. Otoño 1999.

"Prefiero mil veces ser matado que matar"

Hélder Cámara  

   Para D. Hélder Cámara -a quien acabamos de perder, hace apenas unos meses, ¡gran pérdida para los pobres de Cristo, para la Iglesia y para el mundo...!-, para D. Hélder, repito, la opción por la JUSTICIA y la NO-VIOLENCIA EVANGÉLICA, eran una misma cosa... Mucho se ha hablado de D. Hélder, su voz profética traspasó las fronteras y entró en la conciencia de cristianos y no cristianos que luchaban por una sociedad fraterna, en la que los pobres fueran los primeros, como para Cristo...

   Siempre habló claro, sus libros llevan hermosos títulos como "La violencia de un pacífico"; al igual que sus conferencias, como la de París de 1968 "La violencia ¿opción única?". La opción de D. Hélder por la vía pacífica fue seguida por muchos, pero pronto otras voces, otros proyectos más "políticos" para América Latina y para los pobres, "parece" que entraron a contrarrestar su mensaje tan evangélico; de todas formas su mensaje y sobre todo, su vida, nos siguen iluminando... 

   Nació en una familia sencilla y vivió en medio de los pobres. De su madre cuenta que fue su primera maestra: 

    "Mi madre pensaba que si hay mal en el mundo, el mal moral, de las personas malas, obedece principalmente a la debilidad humana. Me decía frecuentemente: Hijo mío, cada vez que una persona nos parece mala, si nos esforzamos por conocerla interiormente, llegamos a descubrir que obedece principalmente a su debilidad... Por esta razón Cristo en el Calvario, de aquellos que lo habían maltratado, que lo habían desnudado, golpeado, herido, aún incluso de éstos, dijo: PADRE PERDONALOS PORQUE NO SABEN LO QUE HACEN".

Su mensaje y la fecundidad de su vida

    En este pequeño homenaje a D. Hélder, nuestro querido obispo y hermano de los pobres, de los excluidos en las favelas y de todos nosotros, vamos a tratar principalmente, no tanto de lo que hizo, sino de lo que vivió y planteó, de su mensaje, de su pasión por la justicia y los pobres.

    Fue amigo de los pobres, favelados, lavanderas...; de Pablo VI, en los años 50, antes de ser Papa; de Juan XXIII, antes de su pontificado. Allí en Roma sembró la semilla de lo que sería la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil, de la que fue secretario durante 12 años, y de las demás Conferencias Latinoamericanas, de las que fue promotor en todo el continente. También colaboró en la fundación del CELAM, Consejo Episcopal Latinoamericano; acudió como delegado a las Conferencias de Medellín en 1968, a la de Puebla en 1979, infatigable en su causa por los más desfavorecidos.

    En el Concilio Vaticano II (1962-65), promovió entre cardenales y obispos de todo el mundo una campaña de "inserción de la Iglesia en los sectores populares". Y con la agudeza y osadía de un niño propuso al Papa Juan XXIII, su antiguo amigo, que entregase el Vaticano y sus obras de arte al cuidado de la UNESCO como patrimonio cultural de la humanidad y que el Papa, en su calidad de Obispo de Roma, se fuera a vivir a una parroquia de la capital italiana... Soñaba con una Iglesia pobre, como la del pescador de Galilea, ¡casi nada D. Hélder! Claro que usted, desde su nombramiento como obispo, se planteó vivir en una parroquia de un barrio popular, y así lo hizo. Incluso siendo arzobispo auxiliar en Río de Janeiro vivía en una pequeña habitación en casa de su hermana. No le gustaba para nada el nombre de Palacio Arzobispal, le gustaba más "casa del pueblo" o sencillamente "manguinhos".  Nunca le gustaron los palacios episcopales: "No consintamos que nuestra casa se llame palacio y cuidemos de que realmente no lo sea".

   "Manguinhos" estaba situada en la calle Ruy Barbosa, considerada uno de los heraldos más prestigiosos de la liberación de esclavos africanos en Brasil, a finales del último siglo. Esa casa de D. Hélder siempre estaba abierta, llena de corrientes de aire... con todas las puertas y ventanas abiertas... una casa común... En el gran vestíbulo embaldosado, todas las tardes, la masa de pobres gentes anónimas, incrementada de vez en cuando por delegaciones de sacerdotes, estudiantes, campesinos, periodistas, esperando ser recibidos... D. Hélder recibe, escucha y habla sentado en una silla, delante de una mesa cubierta con un tapete verde y las manos cruzadas...¡No tiene prisa!
 
    En enero de 1963, en un documento inédito, titulado "Intercambio de ideas con Obispos hermanos", D. Hélder comunicaba a sus compañeros de Concilio su impaciencia por ver a la Iglesia "dirigirse atrevidamente a la búsqueda de la pobreza perdida". En esa misma declaración también abogaba: "La Providencia nos ha librado de los Estados Pontificios. ¿Cuándo sonará la hora de Dios, que lleve a la Iglesia a encontrarse con la Dama Pobreza?" ¡Francisco de Asís se habría sentido orgulloso conociendo a D. Hélder!

    Y en una conferencia titulada "Un posconcilio a la altura del Vaticano II", dada en Roma el 1 de diciembre de 1965 decía: 

    "¡Nosotros los Excelentísimos tenemos necesidad de una excelentísima reforma...!¡Basta ya de una Iglesia que quiere ser servida, que exige ser siempre la primera; que no tiene la humildad y el realismo de aceptar la condición de pluralismo religioso; que grita oportuno, inoportuno, que tiene el monopolio de la verdad! ¡Basta de Obispos Príncipes, que viven lejos del pueblo e incluso del clero!"

    Sí, D. Hélder ha sido el Obispo de los pobres, el Obispo de todos... Y nadie como él para definirse: "soy un hijo del nordeste de Brasil, con los ojos puestos en el Brasil, en América Latina, en el mundo"; "un hermano de todos los hombres, de todas las razas y de todas partes del mundo"; "un cristiano que se dirige a otros cristianos con el corazón abierto ecuménicamente a los hombres de todos los credos y de todas las ideologías"; "un obispo de la Iglesia católica, que a imitación de Cristo, no viene a ser servido, sino a servir".

   Su espíritu universal, de pobreza, de apertura, de diálogo, sostenía su denuncia profética de las estructuras injustas que aplastan a los pobres.

   Todos estos datos, estos rasgos, enmarcan la personalidad extraordinaria de este hombre del siglo XX, que desde su país, rico y a la vez empobrecido por los grandes, nos señala una puerta, una luz para nuestro siglo XXI.

    Todos los grandes temas planteados por él, que son los grandes temas de la búsqueda de una nueva sociedad, siguen estando de rabiosa actualidad. Son los temas que preocupan a la humanidad entera, y que podemos agruparlos tal y como los agrupó en su día el P. José Carrillo en su prólogo al libro "Don Hélder, la violencia de un pacífico", de 1969. Son palabras clave que resaltan a lo largo de toda su obra. Palabras clave que nos muestran su gran ingenio nada común. Temas como la situación política, económica, sociológica, religiosa de América Latina; la relación autoridad y revolución; capitalismo y socialismo; desarrollo y subdesarrollo; la propiedad; la esclavitud; las virtudes éticas, la justicia, la pobreza, la sencillez, la frugalidad, la caridad; la violencia y la no violencia; la juventud; la Iglesia,... un elenco de temas que apasionaban durante los años 60 y sobre los que él se pronunció a lo largo de conferencias y entrevistas, que iluminaron nuestro pensamiento y quehacer.

    Como es natural D. Hélder no sólo fue controvertido, sino calumniado, acusado de comunista... Sufrió atentados y bien pudo morir como M. Luther King. Pudo ser también Premio Nobel de la Paz, pero ese título era demasiado para él, como también lo era el de cardenal... Los poderes de la tierra no lo permitieron... Pero los poderes divinos nos hicieron el gran regalo de este hombre profético hasta nuestros días; los pobres le dolían, como le dolían la miseria, la violencia, la muerte de los niños en Brasil, las estructuras de pecado, la inactividad y la falta de voluntad de los poderes económicos y políticos de este mundo, que teniendo la posibilidad de cambiarlo no lo hacían.

    "Lo más sangrante de todo es saber que nunca estuvo la humanidad tan cerca de poder eliminar la miseria de la faz de la tierra, debido al desarrollo tecnológico de los diversos factores de producción y la conciencia que se tiene de poder eliminar la miseria". Este fue uno de los mensajes de su Campaña "AÑO 2000 SIN MISERIA", de la que hablaremos más adelante. Algo original que se adelantó a todos los movimientos de condonación de la deuda externa. Era su planteamiento a las puertas del Tercer Milenio.

   ¿Qué es la Campaña "AÑO 2000 SIN MISERIA"?

    Nos lo va a decir él mismo: "De un tiempo a esta parte, un sentimiento se ha apropiado de mi corazón. Estamos en las vísperas del Tercer Milenio del nacimiento de Cristo. Dos mil años en que se nos hizo la GRAN REVELACION de la Paternidad Divina y la Fraternidad Universal. Y todavía vivimos apenados por la triste realidad de un contingente de personas, a quienes les falta lo ABSOLUTAMENTE NECESARIO para atender a sus necesidades esenciales".

    D. Hélder era un apasionado de la justicia, un hermano de los pobres, con todo su corazón, con todas sus energías y coraje. La Campaña que nació el 20 de febrero de 1991, fue sencillamente para sensibilizarnos de la lacra de la pobreza.

    Antes en 1979, había escrito los textos de una obra musical "La Sinfonía de los dos Mundos", con partitura de un sacerdote. Se estrenó en Ginebra al año siguiente ante la representación del Consejo Mundial de las Iglesias. Constaba de seis Cantos:

    Primer canto: La audacia del Creador. Nos plantea la duda de Dios, viendo este mundo. El solista dice "... no lo dudes Señor".

    Segundo Canto: Mi hermano hombre. El balance cara al 2000 es terrible, ¿qué hemos hecho del hombre, nuestro hermano, en los cinco continentes?

    Tercer Canto: ¿Quién va a ganar?, ¿los fuertes, los débiles?, terrible desafío. Podemos hacer estallar la III Guerra Mundial. Ya nos advierte hace 30 años de la Bomba "M": la MISERIA. La violencia ya está instalada en la tierra, todos contra todos. Violencia en el mundo subdesarrollado; violencia en el mundo desarrollado. Frase suya es "la violencia está instalada en el mundo".

    Cuarto Canto: Los débiles llegan a ser muchas veces fuertes e invencibles y sin usar la violencia. Hombre de gran esperanza en los pobres y en la no-violencia evangélica.

    Quinto y sexto Cantos: Por un lado la espiral de la violencia, por otro, la encarnación del Verbo, nacido en la impotencia de un niño que llora en la noche. El cristianismo, la encarnación y el compromiso del hombre, la respuesta...

    ¡Qué joven este anciano de casi 90 años! "La Sinfonía de los dos Mundos" fue el preludio con música y todo de la Campaña "AÑO 2000 SIN MISERIA", campaña que por gracia de Dios fue comenzada en España en el año 1993. 

   Su credo: "Prefiero mil veces ser matado, que matar"

    Su mensaje de la lucha contra las injusticias se manifiesta en esta opción por la línea clara de la no-violencia. En una conferencia impartida en París el 25 de abril de 1968, en la que tras hacer un análisis de la realidad mundial, y denunciar la responsabilidad de las grandes potencias en el subdesarrollo del Tercer Mundo, aboga por una revolución estructural y por la opción de la no-violencia, declara: 

    "Permitidme el humilde coraje de tomar posición, prefiero mil veces ser matado que matar. Mi posición se funda en el Evangelio. Toda una vida de esfuerzo por comprender y vivir el Evangelio me lleva a la convicción profunda de que el Evangelio, si se le puede y se le debe llamar revolucionario, es porque él exige la conversión de cada uno de nosotros. No tenemos el derecho de encerrarnos en el egoísmo; debemos abrirnos al amor de Dios y al amor a los hombres. Es suficiente pensar en las Bienaventuranzas -quinta esencia del mensaje evangélico- para descubrir que la elección de un cristiano aparece evidente. 
Los cristianos estamos por la no-violencia, que no puede significar de ninguna manera la elección de la debilidad, ni de la pasividad. La no-violencia es creer, más que en la fuerza de las guerras, de los asesinatos y del odio, en la fuerza de la VERDAD, la JUSTICIA y el AMOR.

    La opción por la no-violencia, si está enraizada en el Evangelio, también se funda en la realidad. “¿Queréis realismo? Os declaro, si en algún lugar del mundo debiera reventar una explosión de violencia a la vuelta de la esquina, ese lugar debería ser América Latina, y entonces aparecerían los grandes, aún sin declaración de guerra. Allí tendríamos a las superpotencias y seríamos un nuevo Vietnam... ¿Preferís aún el realismo? Precisamente porque necesitamos llegar a una revolución estructural, nos es indispensable promover anteriormente, en un sentido nuevo, la revolución cultural, porque si las mentalidades no llegan a cambiar en profundidad, entonces, las reformas de estructuras, las reformas de base, quedarán en papel muerto".

    En esta misma línea, hacía una llamada a los jóvenes del mundo desarrollado, evidenciando una vez más su lucidez y profundidad de análisis: 

    "En lugar de ir al Tercer Mundo, quedaos en vuestros países para ayudar a tomar conciencia de que también en los países de la abundancia tienen necesidad de una revolución cultural, que aporte una nueva jerarquía de valores, una nueva visión del mundo, una estrategia global del desarrollo, la revolución del hombre".

    D. Hélder no quería ni la limosna, ni el paternalismo de los ricos. El desafío es ahora más real y exigente. Pero la lucha por la justicia se ha ido transformando en el Primer Mundo, en "ayudas", "ONGs"... Don Hélder ¡échenos una mano, o mejor las dos..., para que seamos consecuentes y nos dejemos de "batallitas" que cada vez nos alejan más de un modelo como quiere el Padre, como nos enseñó el Hijo y por el que usted se jugó la vida y la entregó a sus 90 años! Con usted decimos:

¡AÑO 2000 SIN MISERIA EN LA TIERRA!

Luisi Martín Espada                      

Responsable de ISSO en España 

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