CULTURA PARA LA ESPERANZA número 39. Primavera 2000.

En el archipiélago planetario de la criminalidad financiera
Descenso al infierno de los paraísos fiscales"

Le Monde Diplomatique
Abril 2000


    Una ribera de diamantes robados rodea el planeta: el espacio de los paraísos fiscales receptores, al margen de la ley, del dinero procedente del crimen. Ahí se encuentra de todo: desde la isla de Aruba, falsa perla mafiosa engastada en el mar Caribe, hasta el contenedor de Suiza de diamantes puros expertizados, engarzado en el corazón del Viejo Continente. En total, un centenar de piezas censadas, la mayoría colgando de la hidra capitalista, lindando con Estados Unidos, la Unión Europea y la "zona de coprosperidad" japonesa en Asia-Pacífico.

    En ellos se lleva a cabo todo lo que tiene que ver con el mantenimiento de la delincuencia financiera y el blanqueo de beneficios de las organizaciones criminales, en operaciones sucesivas: colocación, acumulación, integración. La colocación, o prelavado, consiste en transferir dinero liquido y divisas del lugar de adquisición hacia los establecimientos financieros de diferentes lugares, repartidos en multitud de cuentas. Después viene el amontonamiento, o manejo, que hace imposible llegar al origen de los beneficios ilícitos: multiplicación de giros de una cuenta a otra -con cada cuenta fragmentada en varias subcuentas- y la aceleración de los movimientos de capitales mediante idas y venidas paralelas en varios mercados financieros, utilizando en particular la red Swift (1) o el sistema Chips (2). Finalmente, la última etapa, la de la integración planificada de los capitales blanqueados, agrupados en cuentas bancarias seleccionadas, y dispuestos para ser reutilizados con total legalidad.

    Las mismas técnicas, y los mismos circuitos, sirven también para la gestión, al margen de cualquier mirada curiosa, de las fortunas -más o menos bien adquiridas- de las grandes familias o de los tiranos predadores, pasando por el dinero negro del deporte o del show business; por la especulación, los delitos de tráfico de información privilegiada y el fraude fiscal, al margen del control de las autoridades; para la evasión y el trasiego de los beneficios de las multinacionales hacia sociedades filiales off shore, mediante la manipulación de los precios de transferencias; por la alimentación de las cuentas protegidas de sociedades-pantalla; por la financiación de los partidos y personajes políticos; por el pago de comisiones en los mercados y el pago de otras muchas operaciones delictivas.

    Se ofrece, a precios muy competitivos, una gama de servicios financieros apropiados: secreto bancario protegido penalmente, ausencia de control de cambios, derecho a efectuar cualquier forma de contrato, a llevar a cabo cualquier transacción y a constituir cualquier forma de sociedad, incluso ficticia, con el anonimato garantizado de los comisionistas; exoneración fiscal o impuesto global simbólico; acceso libre, en tiempo real, a todos los mercados mundiales, y correspondencia garantizada con las grandes redes bancarias, generalmente representadas en el lugar; equipamientos logísticos eficientes, en especial en medios de comunicación; asistencia, expertizaje, arbitraje, gestión local jurídica y contable; seguridad y estabilidad política escasa, o inexistente, represión de la criminalidad financiera y nula cooperación internacional.

    Suiza, "recicladora" en jefe

    Aunque muy pocos lugares ofrecen la gama completa, y un gran número de ellos está especializado en determinados tipos de servicios, se relacionan entre sí mediante juegos de operaciones que garantizan al usuario el máximo de eficacia tanto en la gestión de los asuntos criminales como contra las investigaciones y procesos policiales y judiciales. Por eso los bancos helvéticos -Suiza, recicladora" en jefe, lava más blanco (3)- deslocalizan sus operaciones menos presentables de prelavado y acumulación. Para los delincuentes a los que les gusta ojear los catálogos publicitarios de los paraísos fiscales antes de hacer sus operaciones, existen tanto en papel satinado como en Internet, garantizando que pueden beneficiarse de los sabios consejos que todos los Bancos respetables reservan para sus mejores clientes. Una buena fórmula que ha hecho fortuna: hacer que una fiduciaria suiza gestione una cuenta abierta por una sociedad panameña en un banco luxemburgués.

    En total, millones de cuentas, decenas de millares de sociedades-pantalla (más que habitantes en Gibraltar, en las islas Vírgenes, en Vaduz o en Jersey) gestionan y reciclan los cientos de millardos de dólares de la cara oculta de la economía mundial. "A lo largo de mis veinticinco años de carrera de magistrado y abogado, no he conocido ningún caso de criminalidad financiera en el que los autores no hayan utilizado una, o varias, sociedades comerciales o financieras con sede en algún paraíso fiscal", asegura el italiano Paolo Bernasconi, haciéndose eco de la opinión de todos los especialistas del blanqueo de dinero (4).

    Porque el 95% de los paraísos fiscales son antiguos establecimientos o colonias británicas, francesas, españolas, holandesas, norteamericanas que han permanecido dependientes de las potencias tutelares y cuya soberanía ficticia sirve de tapadera a una criminalidad financiera, no solamente tolerada, sino animada, porque resulta útil y necesaria para el funcionamiento de los mercados. La City de Londres -como el resto de las grandes plazas financieras- trabaja con este dinero. Lo prueba la constante oposición del Reino Unido -pero también de Luxemburgo y Holanda- a cualquier intento de política europea de tasación y control de los movimientos de capitales.

    Capaces de imponer draconianos planes de ajuste estructural a decenas de países sometidos al yugo del Fondo Monetario Internacional (FM1) y del Banco Mundial; de poner durante años a Estados bajo embargo (Irak, Irán, Libia, Cuba) y de negociar permanentemente cesiones de soberanía, las grandes potencias y la "comunidad internacional" son, sin embargo, incapaces de obligar a un puñado de seudo-Estados de cartón, que a menudo siguen siendo protectorados, a someterse a un conjunto de normas comunes... en nombre del respeto a su soberanía y de la independencia nacional.

    Tan dispuestas a inmiscuirse en todos los sectores de actividad, la Organización Mundial del Comercio (OMC) y la Unión Europea podrían encontrar en su desmantelamiento una tarea a la altura de sus inmensas pretensiones de supresión de todas las discriminaciones, e imponer en todas partes la "transparencia".

    Sabiendo que ni los gobiernos ni las organizaciones internacionales están por la labor, la sociedad tiene que obligarles a "enviar los paraísos al infierno". No faltan lugares en Europa -que, como todos los dráculas, temen sobre todo la luz- donde una acción ciudadana alertaría a la opinión pública sobre los males que la criminalidad financiera hace sufrir a los pueblos, y sobre los medios para anularla (5).

C. de B.
 
(1) Swift: red de telecomunicaciones financieras mundiales interbancarias, que agrupa cerca de 4.000 Bancos en un centenar de países, y garantiza dos millones de transferencias codificadas diarias.

(2) Chips: cámaras de compensación de los sistemas de pago interbancarios, que tratan cada día alrededor de 1.000 millardos de dólares de movimientos de fondos.

(3) Jean Ziegler, Suiza lava más blanco, Ediciones B, Barcelona,

(4) Paolo Bernasconi, "La criminalité transfrontiére: sophistications financiéres et faiblesse judiciaire", Les cahiers de la sécurité intérieure, núm. 19, 1995.

(5) Léase "Des paradis fiscaux à la finance hors la loi", que aparecerá el próximo mes de mayo en las Editions des Mille et une nuits (Attac, 9 bis, rue de Valence, 75005 París).

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