CULTURA PARA LA ESPERANZA número 40. Verano 2000.

America Latina: una realidad inquietante

La realidad social se halla actualmente en el centro del escenario histórico de América Latina. Los análisis ponen de relieve una alerta continua sobre la magnitud y profundidad de los problemas que sacuden a este continente en el campo social. La mayor reunión de Presidentes del Continente señaló en su declaración final que "superar la pobreza continúa siendo el mayor desafío confrontado por nuestro Hemisferio". Se indicaron algunos de los principales problemas existentes, como el acceso a una nutrición adecuada, a servicios sociales, un medio ambiente saludable, créditos y títulos legales sobre la propiedad.

La situación es tal que "siguen aumentando los niveles de pobreza absoluta, los niveles de desigualdad no muestran mejoría y sigue aumentando el empleo en el sector informal". El Presidente del Banco Interamericano de Desarrollo, Enrique Iglesias, ha destacado (1997) que "el proceso de cambio ha dejado sin resolver en la gran mayoría de los países un tema central: la pobreza crítica y la mala distribución del ingreso". El Banco Mundial ha hecho continuos señalamientos sobre la gravedad del problema: "América Latina es notable como una región en la que la pobreza, particularmente la pobreza absoluta, no registra mejora alguna" (Burki, 1996), e indicó en reciente conferencia internacional sobre la región los riesgos que corría la democracia en tales condiciones. La Secretaria de Estado de EE.UU. Madeleine Albright lamentó en un discurso para líderes empresariales de las Américas (1999), las desigualdades en ingresos y educación en América Latina, resaltó que son mayores que en cualquier otro continente y advirtió que "ni la democracia ni la prosperidad pueden durar a menos que tengan una base amplia. Incluso la gobernabilidad como capacidad de gestión y organización estará en riesgo sino se revierte el proceso de concentración de ingresos y exclusión social". Pero es sobre todo el clamor que surge de las bases de la sociedad. La principal preocupación que hoy aflige a los latinoamericanos se halla, según las encuestas de opinión, en los temas sociales. Interrogados por Latinobarómetro (1998), encuesta que cubre a la mayoría de los países de la región, sobre los problemas más importantes en sus países, los interrogados contestaron señalando, como los principales, los siguientes problemas: la desocupación 21%, la educación 18%, los bajos salarios 8%, la pobreza 7%, la inestabilidad en el empleo 6%. A ellos se sumó la corrupción con un 7%.

Las advertencias desde tan diversas fuentes y el clamor de la población han influido de tal modo, que el tema social es actualmente de obligada presencia en la gran agenda de discusión de la región. Ha sido necesario hacer lobby para conseguir que formara parte de los temarios de las reuniones presidenciales, y apareciera con significación en los medios masivos. Hoy aparece en el orden de dichas reuniones y se ha convertido en la cuestión eje de las campañas electorales en donde los candidatos de todas las tendencias sienten que deben tomar posición frente a esta cuestión, y es una materia de información crecientemente jerarquizada por diversos medios de opinión. La gran mayoría de los sectores percibe que toda la región se halla en riesgo por lo que está sucediendo en materia social.

Desde una apresurada radiografía, América Latina ofrece una panorámica inquietante. Vastos sectores de la población sufren dificultades y carencias que afectan duramente sus condiciones básicas de existencia. Seguidamente destacamos algunos problemas sociales claves de gran impacto en la región.

1. EL AUMENTO DE LA POBREZA

La pobreza ha crecido fuertemente en la región desde los inicios de los 80. Dadas las condiciones económicas recesivas de los dos últimos años 1998 y 1999, es probable que la situación se haya deteriorado aún más.

Algunas de las mediciones nacionales recientes permiten tener idea de la magnitud del problema. El informe "Estado de la región" (PNUD-Unión Europea 1999) indica, respecto a Centroamérica, que son pobres el 75% de los guatemaltecos, el 73% de los hondureños, el 68% de los nicaragüenses, y el 53% de los salvadoreños. En los sectores indígenas las cifras pueden ser aún peores. Así en Guatemala es pobre el 86% de la población indígena frente al 54% de los no indígenas. En Venezuela las estimaciones oficiales señalan que es pobre el 80% de la población. En Ecuador se estima que el 62.5% de la población está por debajo del umbral de la pobreza. En Brasil se ha estimado que el 43.5% de la población gana menos de dos dólares diarios y que 40 millones de personas viven en pobreza absoluta. En Argentina la tasa de pobreza de las provincias del noreste es del 48.8% y la de las provincias del noroeste del 46%. Una estimación reciente (1999) indica que el 45% de los niños menores de 14 años del país son pobres. Según las Naciones Unidas entre 1970 y 1980 había en toda la región unos 50 millones de pobres e indigentes, cifra que en 1998 sería de 192 millones (Verrier 1999).

Existe efectivamente pobreza en numerosas sociedades. Pero mientras que en los países desarrollados tiende a estar por debajo del 15% de la población, en diversos países de América Latina se triplica, cuadruplica o quintuplica esta cifra. El informe de la Comisión regional estima que se hallarían en pobreza "casi la mitad de los habitantes de América Latina y el Caribe". Ello significa otro tipo de problema cualitativamente distinto. No se trata de "bolsones de pobreza", sino de extensos sectores los que se hallan en esta situación. Hablamos de una isla de riqueza en medio de un mar catastrófico de marginación, pobreza y sobre todo dependencia.

2. ALGUNOS IMPACTOS DE LA POBREZA

Las cifras anteriores sobre crecimiento de la pobreza se traducen en carencias y penurias agobiantes en la vida diaria. Algunos datos: más de 10 millones de centroamericanos (29% de la población) no tienen acceso a servicios de salud, y dos de cada cinco carecen de agua potable y saneamiento básico. Un tercio de la población de Centroamérica es analfabeta. Una tercera parte de los niños menores de cinco años presenta una talla inferior a la normal, en lo que inciden procesos de acumulación de insuficiencias nutricionales en la madre y el niño.

En Venezuela se estima que 10 millones de personas viven en pobreza extrema (Fundacredesa, 1999). Un estudio mundial de la UNICEF sobre familias sin acceso a una instalación sanitaria (un baño) ubica a Brasil entre los países en donde el 50% de la población está afectada por ese problema básico. Según las cifras oficiales, en el Gran Buenos Aires la zona de mayor población de la Argentina, uno de cada cinco niños presenta desnutrición.

Estas y otras expresiones de la pobreza repercuten en las dimensiones fundamentales de la vida. Crean dificultades muy importantes en capacidades básicas de desarrollo de las personas, que terminan deteriorando la calidad de la vida, y acortan la esperanza de vida respecto a condiciones normales.

3. DESEMPLEO E INFORMALIDAD

La pobreza está fuertemente ligada a los difíciles problemas que tiene la población para acceder a un trabajo estable. La región tiene en primer lugar una alta tasa de desocupación abierta. Dicha tasa no ha dejado de aumentar en los últimos años.

Últimamente el problema se ha agudizado. Según las estimaciones de Tokman (1998), la tasa de desempleo promedio subió de 7.2% en 1997 a 8.4% en 1998, y se estima en 9.5% en 1999. Si tenemos en cuenta que se trata de datos y estadísticas oficiales sobre censo hay que reseñar que estas tasas subirían en cuanto se pudiera hacer encuestas reales sobre la población activa y en paro. En todos los casos las tasas de desempleo de los jóvenes duplican las elevadas tasas generales. El problema se multiplica cuando se incorpora la variable de género. El desempleo entre las mujeres jóvenes es mayor al que se da entre los hombres jóvenes.

Al problema del desempleo se le suma el crecimiento de los trabajos informales. Si bien el universo de los mismos es heterogéneo, un porcentaje mayoritario son trabajos inestables sin apoyo tecnológico ni crediticio, y sin cobertura social. Un puesto de trabajo en la economía informal tiene de una tercera a una cuarta parte de la productividad de uno en la economía formal. Las ocupaciones informales implican en muchos casos puestos de trabajo frágiles, de baja calidad, y sus ingresos son comparativamente cada vez menores en relación a los puestos de trabajo de la economía formal.

Según algunos cálculos, en 1980 trabajaba en la economía informal el 40.6% de la mano de obra no agrícola ocupada, y actualmente la cifra habría ascendido al 59%. De acuerdo a la CEPAL (1997) los que trabajan en la economía informal ganan en promedio el 50% de quienes lo hacen en empresas modernas, además de trabajar más horas. Un tercer problema es actualmente el de la precarización de las condiciones de trabajo. Aumentan los trabajadores sin contrato o bajo contratos temporales. Se estima que cerca del 35% de los asalariados está en esas situaciones en Argentina, Colombia y Chile y el 74% en el Perú.

No hay que olvidar que gran parte de este empleo precario e informal es protagonizado por menores, conocidos con múltiples acepciones en la región, meninos de rua, gamines, niños ambulantes, formas varias de pirañas; mucha parte de este trabajo roza, cuando no vulnera, aspectos básicos de la legalidad, entrando en muchas ocasiones en redes de explotación laboral infantil que camuflan en sus entretejidos, droga, prostitución…

4. DÉFICITS EN SALUD PÚBLICA

Tres son los principales indicadores que se utilizan para evaluar la salud pública de un país. En primer lugar, la esperanza de vida: así mientras en Costa Rica llega a los 76.3 años, en Haití sólo alcanza los 56.6 años y en Bolivia los 59.3. En segundo lugar, la mortalidad infantil: en Costa Rica perecen 13.7 niños de cada mil antes de cumplir un año de edad, en cambio la tasa llega en Haití a 86.2 , en Bolivia a 75.1, en Brasil a 57.7 y en Perú a 55.5. Por último, las cifras de mortalidad materna son en Costa Rica inferiores a 28 por 100.000 madres por año; en barrios urbanos de Lima se han estimado en 286, y en comunidades indígenas mapuches en 414.

Diversos análisis indican que tras esas inquietantes cifras, subyacen otros marcados déficits en aspectos cruciales para la salud pública. El acceso al agua potable, instalaciones sanitarias, alcantarillado, y energía eléctrica es limitado para amplios sectores. Ello crea factores de riesgo de mucho peso en salud. Se estima que 130 millones de personas carecen de agua potable. Por otra parte el costo del agua para los pobres es mucho mayor que para las clases medias y altas. Un informe reciente de la Comisión Mundial del Agua (Banco Mundial 1999) calculó que para adquirir un metro cúbico de agua un habitante de los barrios de Lima tiene que pagar 20 veces el importe que abona un residente urbano de los estratos medio o alto que sólo abre la canilla de su casa. La falta de agua potable y de instalaciones de disposición de excretas es esencial en todo orden de riesgos pero, particularmente para la población infantil, quienes se ven afectados sobre todo por las infecciones intestinales. En 11 países de la región la diarrea es una de las dos principales causas de muerte en niños de menos de un año. Los déficits de agua potable facilitaron la extensión del cólera en los 90, que causó en tres años 811.000 casos.

También se detectan en la región significativos problemas alimentarios de alta incidencia en la salud. En casi todos los países de la región el incremento de enfermedades no transmisibles crónicas está asociado con la alimentación y la nutrición. Las medidas de ajuste implementadas por los países han afectado la disponibilidad nacional de alimentos y han tenido repercusiones negativas sobre el poder de compra de los grupos más pobres, amenazando la seguridad alimentaria. Ecuador, por ejemplo, mantiene un porcentaje de un 25 a 30% de población infantil en precariedad alimentaria. La Organización Mundial de la Salud ha estimado que 130 millones de latinoamericanos carecen de acceso consistente a servicios de salud.

5. PROBLEMAS EN EDUCACIÓN

El indicador de escolarización se ha ido incrementando en los últimos años con lo que los índices de analfabetismo disminuyeron en la región; sin embargo, este avance aparece, al mismo tiempo, acompañado de un profundo proceso de deserción escolar, que representa uno de los graves problemas que limita las posibilidades de formación y de desarrollo de cara al futuro. Cerca del 50% de los niños que se matriculan en la primaria no la finalizan. También las tasas de deserción en secundaria son muy considerables por lo que en definitiva sólo una reducida parte de la población tiene estudios secundarios completos. El segundo problema es la repetición. El Banco Mundial (1995) estima el nivel de repetición como "uno de los más altos del mundo en desarrollo". Casi la mitad de los niños repiten el primer grado, y un 30% cada uno de los grados siguientes. Puryear (1997) estima que un niño latinoamericano está de promedio cerca de siete años en la escuela primaria , donde sólo completa cuatro grados.

En todos los países consignados el niño promedio tarda más de 6 años en cursar 6 grados. En Nicaragua más de 11 años, en Perú 9, en Venezuela más de 7. El peso de la elevada deserción y de la repetición determinan que la tasa de escolaridad promedio de toda la región sea de 5.2 años. Los latinoamericanos están llegando al nuevo siglo sin primaria completa.

Un análisis del BID (1998) sobre la situación en 15 países de la región, ha establecido que de cada 100 niños matriculados en la escuela primaria en primer grado, en Bolivia, Brasil, Colombia y Perú sólo 15 llegan a terminar 9 años de escolaridad. En Guatemala, Haití y República Dominicana la cifra es aún mucho menor, 6.

Las cifras de deserción y repetición son mucho mayores entre los estratos pobres y en las zonas rurales. Así en Brasil de cada 100 niños del 25% más pobre de la población 45 desertan o repiten mientras que en el 25% más rico la cifra se reduce a 9. En el análisis del BID antes citado (1998) se determinó que en los 15 países analizados, los cabezas de hogar del 10% más rico de la población tienen 12.1 años de educación. En cambio los cabezas de hogar del 30% más pobre tienen sólo cinco años de educación. Hay una brecha de 7.1 años, que es de 9 en México, y de 8 a 9 en Brasil, Panamá, y El Salvador.

Es quizá ésta la expresión más palpable de una de las causas que producen pobreza y es la inequidad reflejada en las desiguales oportunidades educativas, y en la diferente calidad de la educación recibida. En general las escuelas públicas a las que asisten los niños de los estratos desfavorecidos tienen condiciones más limitadas para la enseñanza. El deterioro que se ha producido en muchos casos en cuanto a inversiones en edificios, mantenimiento, medios modernos de educación, y salarios las ha colocado en una posición muy desventajosa. Así se estima que en una escuela privada los niños reciben 1200 horas de clase anuales, en una pública urbana 800, y en una pública rural 400. Los sueldos promedio de los maestros de las escuelas privadas tienden a ser marcadamente superiores a los de la escuela pública.

Los procesos de deserción, repetición, y las brechas en calidad, están conformando sistemas de educación que pese a los esfuerzos se muestran altamente inequitativos. Un destacado investigador del tema Puryear (1997) describe con precisión la situación:

"Los sistemas de educación primara y secundaria de América Latina están fuertemente segmentados en función del status económico de las personas, quedando las más pobres relegadas al sistema público en tanto que los ricos y la mayoría de la clase media asisten a colegios privados. Como resultado se tiene un sistema profundamente segmentado, en el cual los pobres reciben una educación que es inferior a la que reciben los ricos."

6. LOS "NUEVOS POBRES"

A la denominada pobreza estructural, correspondiente a grupos de la población en donde la pobreza se ha perpetuado durante generaciones, se adiciona actualmente un grupo diferente, al que se ha llamado "los nuevos pobres". Se trata de familias que no eran pobres hasta hace pocos años atrás, y en donde en muchos casos los progresos laboriosamente conseguidos por las generaciones anteriores se están perdiendo. Son sectores de las clases medias que han entrado en fuerte crisis ante diversos embates. Entre ellos se hayan: pequeños comerciantes e industriales que han debido cerrar sus empresas, personal despedido del sector público, profesionales cuyas oportunidades e ingresos se han deteriorado fuertemente, empleados públicos que han perdido parte significativa del valor real de sus ingresos, muchos de los trabajadores informales que como se ha señalado presentan una situación inestable y de bajos ingresos, jubilados cuyas rentas se han reducido fuertemente en términos reales. Son sectores en fuerte conflicto interno. Por un lado tienen diversos atributos propios de las clases medias: cultura, educación, en algunos casos viviendas heredadas, aspiraciones propias de ese sector social. Por otra parte, el nivel de sus ingresos y su inestabilidad laboral los colocan por debajo del umbral de la pobreza.

La amplitud de estos sectores parece ser considerable. En Venezuela se estima que la clase media se redujo a una proporción limitada en un período muy corto. En Argentina, los nuevos pobres inexistentes ( casi ) en 1974, pasaron del 4.2% en 1980 al 18.4% en 1990, y el proceso se ha seguido acentuando. Realidades semejantes se observan en Brasil, México y otros países.

8. EL ASCENSO DE LA CRIMINALIDAD

La región registra una gravísima tendencia al aumento de la criminalidad. Es actualmente la zona del mundo con más homicidios del globo después del Africa Subsahariana. La tasa promedio de América Latina cercana a 28.4 homicidios cada 100.000 habitantes por año, más que duplica la tasa promedio mundial. La Organización Panamericana de la Salud estima que la tasa de homicidios de la región creció en más de un 44% durante el período 1984-94. La criminalidad se ha expandido en la gran mayoría de las ciudades. En Río de Janeiro en 1996, uno de cada tres niños había sido asaltado y la mitad había visto un asalto. En el Distrito Federal de México en 1990 se robaban 40 automóviles por día, y en 1996, 157. Incluso, en ciudades con buenos niveles de seguridad en el pasado como Buenos Aires, también la situación se ha deteriorado.

La violencia latinoamericana aparece nítidamente como una violencia joven. Los delincuentes tienden a ser de edades jóvenes. Diversos estudios están indicando significativas correlaciones entre las tasas de violencia y factores como la organicidad de la familia, las tasas de desocupación juvenil, y los niveles educativos. Investigando a los menores internados en el Instituto Nacional de Menor en el Uruguay, Katzman (1997) encontró que sólo uno de cada tres formaba parte de una familia normal. El aumento de la violencia es consecuencia en parte de una elevadísima tasa de desocupación de los jóvenes en la región, que supera en muchos países el 20% y duplica los promedios nacionales. Las cifras indican también vínculos con la educación. En El Salvador donde el 60% de los reclusos son menores de 30 años, el 45% no ha completado la escuela primaria. Si bien el tema es de gran complejidad e intervienen múltiples factores, los datos indican en general la existencia en la región de un vasto contingente de jóvenes que, a través de los procesos descritos, están quedando fuera del sistema educacional y del mercado de trabajo, que por ende presentan una alta conflictividad, y pueden ser objeto de manipulación por los grupos criminales organizados.

9. EL CÍRCULO PERVERSO DE LA EXCLUSION

Los problemas reseñados no se dan aisladamente. Tienen profundas interrelaciones que van conformando "círculos perversos" regresivos. La pertenencia a un hogar pobre aumenta las probabilidades de que el niño deba trabajar y deserte de la escuela. Las bajas tasas de escolaridad van a marginarlo de la economía formal. Tendrá a su vez dificultades para formar familias que puedan superar estas condiciones. El destino de pobreza tenderá a reproducirse. Un aspecto clave, la probabilidad de ser desocupado variará sustancialmente según el estrato social al que se pertenezca

El círculo perverso "familia pobre, educación incompleta, desocupación, pobreza", interactuará con otros círculos perversos como el de "falta de accesos a bienes básicos como agua potable, instalaciones sanitarias, electricidad, mala salud, dificultades laborales", o el de "delincuencia, imposibilidad posterior de encontrar trabajo para reinsertarse, probabilidad de reincidir en la delincuencia". En el conjunto de la situación se va produciendo un acentuado proceso de exclusión social. Un extenso sector de la población se halla de hecho excluido del acceso a una educación adecuada, de la posibilidad de trabajos estables, de participar en la cultura, de disponer de una cobertura de salud. Los viejos ejes problemáticos de otros tiempos subsistentes aún en la dicotomía rural/urbano, sociedad dual, son ahora superados en envergadura por la problemática de la inclusión/exclusión.

Agustín Gutiérrez

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