CULTURA PARA LA ESPERANZA número 40. Verano 2000.

Reflexiones sobre el futuro del trabajo antimilitarista

Campo Abierto. Nº9. Junio 2000



Vivimos en un mundo muy complejo, donde gran cantidad de acontecimientos suceden a gran velocidad sin que apenas nos dé tiempo a digerirlos.

Desde el Antimilitarismo, como desde el resto de luchas sociales, necesitamos dedicar más esfuerzos que nunca a analizar esta realidad cambiante, para saber dar respuestas adecuadas y globales a los nuevos retos que se nos presentan.

La urgencia de este análisis viene dada por la confluencia de dos hechos significativos:

a) Un aumento de la militarización social en todos sus frentes (militarización de la política exterior, Control Social y recorte de derechos sociales... ).

b) Crisis y despiste del Movimiento Antimilitarista y de los Movimientos Sociales en general.

Cuando más necesario es dar una respuesta al sistema, resulta que nos encontramos con menos fuerza y coordinación que en muchos años. Si seguimos con las inercias que arrastramos nos tememos que esta creciente militarización se irá afianzando.

Pero seguimos pensando que tenemos un gran potencial. Somos optimistas ante el futuro que se nos presenta. Asumiendo el trabajo realizado pero ilusionadas/os con los necesarios cambios que inevitablemente debemos afrontar de aquí en adelante.

Este escrito pretende ser tan sólo una aportación a este debate.

De la represión militar al control social

Hasta hace apenas unas décadas el Militarismo ha representado la forma más violenta y escandalosa de Control Social. Golpes de estado que quitaban y ponían presidentes de gobierno, intervenciones armadas contra reivindicaciones sociales, militarización de huelgas... han sido una constante en los dos últimos siglos. Sin necesidad de irnos muy lejos, la presencia de militares en altos puestos de la administración franquista ha sido escandalosa: llegó a haber un 50% de ministros militares en diferentes gobiernos -la media fue del 35%-. Militares fueron el 23% del total de los Gobernadores Civiles, el 23% de los procura

dores en Cortes... El Estado Español era claramente un estado militarista si nos atenemos a la definición del diccionario, que entiende que Militarismo es "Influencia del ejército en el gobierno de un estado".

En este contexto nace el MOC en 1977, muy centrado (lógicamente, visto el contexto en el que surge) en una oposición frontal al ejército pero, si analizamos sus declaraciones ideológicas, siempre reivindicando una visión amplia de la lucha Antimilitarista como sinónimo de Liberación Social, de Autogestión, de Lucha No-violenta...

El Militarismo siempre ha tenido como misión "proteger" mediante la fuerza los privilegios de los poderosos, sea mediante la defensa de las fronteras ante ataques exteriores, sea mediante la represión de toda revuelta social que pudiese poner en peligro esos privilegios. Las FFAA representaban realmente la columna vertebral del estado y eran la institución más poderosa encargada de impedir, mediante la violencia o la coacción, toda transformación social. Pero en los países enriquecidos (realidad muy diferente a la que se da en el llamado Tercer Mundo) el Militarismo ha ido evolucionando mucho en estos últimos años tanto en su dimensión exterior como interior:

a) Exterior: Creciente Militarización de las relaciones internacionales: La riqueza de las naciones autodenominadas "desarrolladas" ya no emana de su propio territorio, sino del robo de materias primas, recursos humanos, ecológicos, estratégicos de todo el planeta. Las finanzas tampoco entienden de fronteras. La globalización económica, cultural, militar.. es un eufemismo que trata de ocultar la centralización de los medios de producción en cada vez menos manos.

Las FFAA continúan garantizando el monopolio de la riqueza del país en manos de los de siempre, pero puesto que "nuestra" riqueza está repartida por todo el mundo (y puesto que los privilegios sólo pueden mantenerse mediante la violencia) las FFAA deben absorber cada vez más recursos para adquirir esa capacidad de intervención internacional, movilidad, tecnificación, profesionalidad, integración en estructuras supranacionales... de la que tanto nos hablan.

A más poder militar, más peso "diplomático" se concede a un país en el llamado Nuevo Orden Internacional. Las FFAA se afianzan como la herramienta imprescindible de la política exterior de cada país.

La evolución de las FFAA en el escenario internacional ha sido cuantitativa, perfeccionando su tradicional poder de intervención y destrucción. Para que esto se pueda dar con el consentimiento de la opinión pública (recordemos, estamos en democracia) cuentan con la complicidad de las grandes cadenas de información, que manipulando la realidad nos maquillan a los "nuevos" ejércitos de ONGs humanitarias al servicio de la Paz y los Derechos Humanos.

b) Interno: Las FFAA han ido perdiendo considerablemente su influencia como poder político autónomo. Las FFAA son actualmente una mera herramienta en manos del poder económico. Son fundamentales para el mantenimiento de los privilegios, pero no conservan su tradicional autonomía de intervención política (hablamos del llamado primer mundo). Funcionan como "contratas" del poder económico. Los propios gobiernos van perdiendo influencia política en detrimento del poder financiero. Ya nadie cree posible un golpe de estado a lo "Tejero"; muchos cuarteles e instalaciones militares "pasan" a uso civil o se alejan del centro de las ciudades; la Mili y la PSS ya no son obligatorias; en breve nadie tendrá que pagar directamente impuestos militares; la carrera militar se ofrece como una profesión más sin pomposidades patrioteras... España va bien.

Siempre nos hemos aprovechado de una cierta receptividad social hacia toda crítica hacia las FFAA, aunque no se compartieran plenamente nuestros argumentos. Esta receptividad ha ido disminuyendo e irá disminuyendo aún más en el futuro.

Pero esto no significa ni mucho menos que el control sobre la población haya disminuido. El Militarismo está sofisticando sus formas de Control Social para perfeccionar la misión que tradicionalmente han desempeñado los ejércitos como perro guardián del sistema.

Qué sociedad pretende el poder

En la medida en que este nuevo Control Social se afianza, las FFAA se van alejando de nuestras vidas. En los estados occidentales, modernos y "democráticos", se necesita un Control Social que recurra lo menos posible a la fuerza bruta para evitar el triste y deslegitimador espectáculo de reprimir a su propia población ante la atenta mirada de la opinión pública internacional.

La represión violenta directa del estado (representada en la actualidad sobre todo por los cuerpos policiales y carceleros) queda "Justificada" tan sólo ante colectivos "marginales, minoritarios y antisistema" como los nuestros.

El Norte ha comprendido que el Control Social sin tanques en las calles y sin cacheos, aunque igualmente represivo, es más asimilable por la población.

Ahora de lo que se trata no es tanto de ver cómo reprimir una revuelta social, sino de domesticar a la población para que no sienta deseos de reivindicar nada. Se trata de anular el deseo de cambio, más que de castigar los intentos de transformación social.

Este proceso se realiza fundamentalmente fomentando una sociedad:

a) Conformista y resignada ante la situación actual, que da por inútil cualquier intento por mejorar las cosas porque "total, no vamos a conseguir nada", o por temor a perder "lo poco que por lo menos ahora tenemos". Si no hay alternativa ¿Para qué moverse?

Nos creemos que no tenemos capacidad para cambiar las cosas, no valemos, no somos importantes. Basamos nuestra identidad en ser uno más, en no destacar para no ser señalados. Nos diluimos en la "masa" para pasar lo más desapercibidos posible (en la masa social o en las masas "alternativas" en las que buscamos la uniformidad de otras ideas, otras modas... Nos homogeneizamos con "los nuestros" para criticar la homogeneidad de los demás). Nos hacen creernos libres y, si ya somos libres ¿para qué luchar?

b) Desvertebrada y desunida, sin ninguna capacidad de autoorganización ni de dar respuesta por sí misma a los problemas que más le preocupan. Al preocuparnos sólo de nuestros propios asuntos, desatendemos totalmente nuestra responsabilidad respecto a los problemas sociales (sanidad, educación, vivienda, cultura, medio ambiente, medios de comunicación ... ). Este vacío creado por nuestra desatención de 1o público" (entendido como 1o colectivo) lo suplimos delegando en "lo estatal", en los "técnicos", en los políticos profesionales a los que firmamos, mediante el voto, un cheque en blanco por 4 años.

c) Desideologizada, insolidaria y competitiva. La difícil situación social por la que estamos pasando, fomenta el que cada vez más personas se preocupen sólo de salir adelante individualmente a costa de lo que haga falta. En lugar de unir esfuerzos con las personas que están en nuestra misma situación para encontrar soluciones globales y colectivas, nos incitan a competir entre nosotros/as mismos/as, desviándonos la atención del verdadero problema y de sus causas. "Divide y vencerás", y nosotr@s nos dividimos y nos vencemos.

De esta absurda situación del "sálvese quien pueda", "curiosamente" quien siempre sale beneficiado es el Poder. Las tradicionales reivindicaciones solidarias por unas condiciones laborales dignas, han dado paso a una individualista competitividad por acceder a cualquier trabajo, en las condiciones que sea, y cobrando lo que sea ("mejor poco que nada, pues está todo muy difícil"). ¿Quién se atreve a plantear problemas sabiendo que siempre habrá alguna persona más necesitada y sumisa dispuesta a mendigar ese puesto de explotación?

Este tipo de sociedad es para cualquier estado una válvula de seguridad mucho más estable que el más poderoso de los ejércitos.

Cómo se fabrica una sociedad sumisa

A) La (des) información como mecanismo de control social.

- La saturación de información nos desconcierta y nos vuelve insensibles: Nos empachan de informaciones inconexas sobre las consecuencias de las injusticias (nunca sobre sus causas reales) con lo que, a la vez que indignación, contribuyen a aumentar nuestra confusión e impotencia.

Nos volvemos insensibles ante tan inexplicable desfile de malvados y víctimas, incapaces de saber qué hacer en un mundo tan complejo. Contemplamos pasiv@s la realidad como quien ve una película "¿Es que no van a hacer nada por evitarlo?" nos quejamos resignadamente, para seguidamente enchufarnos a un reportaje sobre la boda de la infanta y aquí no ha pasado nada. Por poner tan sólo un ejemplo: se registró en todo el Mundo más grado de indignación y de respuesta ante la Guerra de Vietnam (pese a la limitación de medios técnicos de la época) que la impotencia, pasividad y confusión con que actualmente contemplamos los conflictos actuales pese a la mucha mayor dedicación de recursos (tecnológicos, económicos y humanos) con que nos saturan todos los medios de comunicación. Cuantas más noticias nos llegan, menos inform@das estamos.

- No están para informar, sino para crear estados de opinión: Sean públicos o privados e independientemente de su línea ideológica, los grandes medios de comunicación preservan al sistema de cualquier opinión disidente fomentando desencanto, pasividad, conformismo, individualismo...

Cuanto mayor es la posibilidad técnica de informar realmente de lo que sucede, mayor es el interés en manipular dicha información para hacernos creer que la realidad no es la que es, sino la que a ellos les interesa. Siempre han tratado de utilizar el control de la información como mecanismo de control social, pero nunca ha habido tanta concentración de poder ni tal grado de desarrollo tecnológico como en la actualidad.

- Si no nos enteramos de un hecho, ese hecho no existe: Y si nos llega la noticia de algo que no se ha producido, ese hecho por arte de magia se ha producido. Así nos hacen creer que no hay alternativas, que no hay gente funcionando de forma diferente, que cada un@ de nosotr@s somos l@s rar@s, que todo está atado y bien atado. Nos ocultan que el tan cacareado pensamiento único es un fenómeno mediático ya que mucha gente continúa teniendo su pensamiento propio y disidente. La gente no lucha cuando está mal, sino cuando ve una alternativa posible y conseguible. Por eso nos ocultan o tergiversan las alternativas existentes.

B) El genocida poder de la economía

El trasnochado colonialismo militar va dando paso al mucho más mortífero y "rentable" colonialismo económico por el que las grandes potencias continúan controlando política y económicamente a los países empobrecidos sin necesidad de mantener ejércitos de ocupación. Mediante el control financiero internacional se continúa expoliando a los países empobrecidos de sus recursos, se continúa utilizando su mano de obra barata, se controlan los precios y se deciden las desiguales relaciones comerciales. Si antes se contaban por miles las víctimas de las intervenciones militares coloniales, ahora se cuentan por cientos de miles las muertes producidas por hambrunas, epidemias y supuestas guerras "internas" consecuencia directa de este colonialismo económico y casi siempre ocultadas bajo simplistas explicaciones como "enfrentamientos étnicos...".

Ahogados económicamente y cada vez más endeudados, los gobiernos pasan a un segundo plano, son títeres de las multinacionales y de los organismos financieros. Cuando se controla la economía, se controla lógicamente la política mundial.

El gran negocio de los países del Norte no es el cobrar la mal llamada Deuda Externa, sino el tener países acreedores. Pagar una deuda libera, mientras que la persona que adeuda está a merced de su acreedor, y mientras, sigue pagando los intereses.

En aquellas situaciones en que las grandes potencias consideran necesaria una intervención militar, sus agencias informativas maquillan sus

verdaderas intenciones de razones humanitarias, de lucha contra el narcotráfico o contra el terrorismo internacional. Bombardean como siempre han bombardeado, pero ahora es "por la paz".

Ejemplos del éxito de este Militarismo económico lo vivimos diariamente en el Estado Español. El Poder sabe utilizar muy bien el paro, la crisis económica, la precariedad en el empleo, etc. en su propio beneficio. Curritos de a pié, sindicatos y partidos considerados de izquierda renuncian ya a una justa política económica resignándose a mendigar algún puesto de trabajo más aunque para ello tengan que reivindicar aumentos de producción en las fábricas de armas, apertura de industrias contaminantes, implantación de multinacionales... La subvenciones mandan, el que paga manda.

Una vez más se demuestra que, provocando niveles "aceptables" de pobreza o precariedad, el Dios dinero puede condicionar las reivindicaciones sociales mucho más que la presencia militar en nuestras calles.

C) Control a través de la Educación:

1)La planificación de la inseguridad personal como factor de sumisión social: En el libro "Crítica de la civilización nuclear" Carlos París afirma: "La verdad es que la delincuencia sirve muy eficazmente a la estabilidad del poder y a su evolución hacia formas crecientemente autoritarias en una sociedad de escasez. Cuando ya no se pueden proporcionar al ciudadano excesivos bienes y servicios, gratificantes e integradores, por lo menos se pretende que éste demande su seguridad, que aspire a salvar su integridad física, su tranquilidad... Se programa fomentar el ciudadano aterrado, medroso... Resulta hoy más fácil instalar una puerta blindada que conseguir un fontanero... Al final, acaba apoyando los gastos de armamento, que le defienden del Enemigo... Sobre todo se trata de conseguir que no pida ya el Estado Benefactor sino el Estado Guardián".

Cada vez son mayores las dificultades para salir adelante (paro y precariedad en el empleo, mayor dificultad para acceder a una vivienda, total desencanto ante una alternativa política de transformación real .... ) lo que aumenta nuestra inseguridad y dependencia personal.

Alargamos nuestra adolescencia al vernos forzados a vivir más tiempo en casa de nuestros padres (sea por imposibilidad económica o por cómodo conformismo), competimos por mantener o acceder a trabajos cutres resignad@s a nuestra suerte... Todo esto nos lleva a procesos de infantilización, de temerosidad y de dependencia que nos hacen creernos que vivimos de prestado. Este es el caldo de cultivo ideal para la crianza de sumisas ciudadan@s. ... Coleccionar sellos está bien, pero cuando a eso dedicamos el poco tiempo libre que tenemos es que algo anda muy mal (¿Es lo más importante que se nos ocurre hacer?)

¿Cómo es posible que traguemos tanto? ¿Cómo nos engañan tan fácilmente? ¿Cómo aceptamos hacer todo lo que nos mandan hacer? Un ser humano libre, realmente satisfecho con su vida, con posibilidad real de elección, ¿pensáis que aceptaría pasarse 8 horas diarias en un trabajo de mierda para acabar reventado sobre un sillón los fines de semana, y todo ello para mantener un nivel de consumo que no le acaba de satisfacer? Todo esto sólo es posible desde seres humanos insatisfechos, carentes, endeudados a todos los niveles. Como dice José Luis Sampedro, el Placer se reprime en todas sus formas (excepción hecha del que nos cuesta dinero) porque el Placer libera. Tenemos asumido que es positivo dedicar nuestra vida al trabajo y al sacrificio (hasta el punto que un padre o una madre de familia que decidiese trabajar lo mínimamente necesario sería tachada de vago/a), con lo que estamos preparados para aceptar cualquier empleo en cualquier situación y renunciando a lo que haga falta ("cualquier cosa antes que no hacer nada"). Como hay tanto paro (¿Casualidad?) preferimos que nos exploten a tener que pedir o robar. Lección aprendida.

Lo más importante para consumir mucho no es la publicidad, sino nuestra insatisfacción personal, desde la que les resultará mucho más fácil convencernos de que nos sentiremos mejor por tener un mejor coche, ira la moda, y disfrutar viendo concursos estúpidos donde otros se llevan los premios.

No nos manipulan por insistir machaconamente en lo mismo (por más que digan que el ejército es humanitario, las/os antimilitaristas no nos lo vamos a creer), sino cuando estamos en predisposición de "necesitar" creernos eso que nos dicen. El racismo no se extiende porque nos repitan muchas veces que los magrebíes son inferiores y peligrosos, sino cuando nuestra inseguridad personal, laboral, cultural, nos hace sentirnos tan inseguros que "necesitamos" encontrar una excusa que nos dé seguridad, nos aporte identidad y nos arrope en nuestro miedo. Mientras no tengamos esto en cuenta, será difícil que calen nuestros mensajes ya que percibimos en función de las vivencias que tenemos interiorizadas, no de las ideas que nos tratan de transmitir. Una prioridad política de nuestro trabajo debería ser la de facilitarnos apoyo mutuo, confianza social y seguridad personal desde el pleno respeto a toda diferencia para luchar por una alternativa ilusionante y transformadora.

2) La planificación del miedo personal como freno a la desobediencia y como demanda "democrática" de represión y control social: La gran victoria del Capitalismo ha sido la de hacernos sentir como propias las reivindicaciones que en realidad sólo benefician al estado y al capital. Cuando aspiramos a consumir tanto como l@s que más tienen, cuando reivindicamos subvenciones más generosas, cuando exigimos mayor intervención policial contra skins o delincuencia en general, cuando reclamamos prisión para el Mario Conde de turno, cuando valoramos como pasos hacia la igualdad la fagocitación de las mujeres en las cadenas de producción, cuando reclamamos a la ONU que levante el embargo de armas a grupos armados que luchan por su libertad, cuando nos resignamos ante las condiciones más cutres con tal de aprobar tal examen o de acceder o mantener tal puesto de trabajo... no estamos más que haciéndole el juego al sistema.

Tradicionalmente hemos desatendido en nuestra lucha la vinculación directa existente entre lo "emocional-personal" y lo "ideológico-político", quedándonos en sesudos llamamientos a la desobediencia, a la participación... sin entrar a analizar por qué somos tan receptivos a funcionar como borregos y por qué nos cuesta tanto desobedecer y asumir responsabilidades. 0 planteado desde otro punto de vista ¿por qué un coherente insumiso está dispuesto a ir a la cárcel, a renunciar a privilegios, a solidarizarse con sus compañeros... y sin embargo le cuesta aplicar esa rebeldía a otras facetas de su vida (familia, estudios, trabajo, relaciones personales...)?

El Poder sabe incidir muy bien en nuestro lado más emocional. Nos hace dependientes y con carencias, para luego ofrecernos sus cebos/engaños que nos tragamos hasta el fondo.

Sólo cuando piensan que el Militarismo ha invadido nuestras conciencias, se adueña de nuestras necesidades y controla gran parte de nuestros actos (control social) es cuando se permiten el lujo de reducir la represión directa, pues ya no es tan necesaria.

Del mismo modo que el Capital planifica nuestras necesidades para poder vendernos sus productos superfluos, los estados planifican nuestros miedos, dependencias e inseguridades (inventando o exagerando ciertos problemas como delincuencia, inmigración, inseguridad económica, nacionalismos, integrismos, narcotráfico...) para que nosotras/os mismas/os reclamemos un reforzamiento de las medidas coercitivas creyendo que así aumentaremos nuestra seguridad. Nos controlan/protegen cada vez más atendiendo a la petición popular. ¿Cabe mayor democracia?

Se reducen los controles militares en las calles y se suprimen fronteras "europeas" cuando todos nuestros datos (DNI,NIF,...) están plenamente informatizados en todas las comisarías europeas, cuando hay cámaras de vídeo por las calles, cuando la Ley Corcuera nos obliga a pedir permiso hasta para encartelarnos en la acera... Hay menos militares para reprimirnos porque estamos más controladas/os que nunca. Es la versión europea de la Guerra de Baja Intensidad.

Las ovejas abrimos el redil al lobo para que nos proteja de lobos virtuales que se ha inventado el propio lobo. No podemos esperar ingenuamente la conversión del lobo, en nuestra mano está facilitar la desobediencia de las. ovejas.

3) El propio sistema educativo: La Enseñanza institucionalizada no pretende formar personas autónomas, libres, con sentido crítico, participativas... (aunque así se recoja en la reforma educativa) pues es una correa de transmisión más del Poder. El objetivo es funcionar como un filtro seleccionador eligiendo a aquellos buenos ciudadanos y ciudadanas que quieran y sepan incorporarse a la rueda del sistema (garantizando que serán productivos aceptando las normas que el sistema impone) y rechazar a aquellos que no puedan o no quieran hacerlo.

La rueda no espera ni se adapta a nadie, o nos subimos en marcha o nos quedamos fuera. ¿Cómo nos inculcan esos valores competitivos, productivos, individualistas, de sumisión... que necesitamos asumir para ser seleccionados? Saben que mediante los contenidos no se convence a nadie y estaría muy mal visto que la maestra de turno enseñase a sus alumn@s que tienen que pensar sólo en su beneficio individual para ascender como sea, pisando a quien sea, tragando lo que haga falta... Tampoco lo hacen mediante la presencia militar en las escuelas, pues ésta va más encaminada a conseguir futuros soldados profesionales que a inculcar valores militaristas. Una vez más los militares no son los principales protagonistas de la militarización (en este caso educativa). La militarización va calando en los centros de enseñanza (desde la escuela a la universidad) a través de la propia estructura, organización y metodología del sistema educativo.

Vamos interiorizando estos valores no porque los aprendamos de memoria, sino porque los vamos viviendo desde que tenemos uso de razón. Ya empieza el proceso en la familia, pero en la escuela se institucionaliza y programa. El niño o la niña son cualquier cosa excepto protagonistas autónom@s de su proceso de aprendizaje: ¿Quién decide los contenidos, actividades, metodología, evaluaciones? ¿Quién toma las decisiones? ¿Puede el alumnado participar en cualquier momento sin pedir permiso? ¿Quién tiene la última palabra en los conflictos que surgen? ¿Quién paga? ¿Quién cobra? ¿Tiene el profesorado algún privilegio como libertad de movimientos, tamaño de la mesa, tarima, posibilidad exclusiva de ver la cara de todo el grupo...? ¿Quienes deciden las normas y el régimen disciplinario? ¿La representatividad a través de delegadas/os fomenta la participación asamblearia o un mayor control de las reivindicaciones de los alumnos? ¿Existe plena libertad de expresión y de participar en reivindicaciones sin riesgo de penalización?...

La Educación en todos sus frentes puede ser la base de una transformación social, pero la "Educación Institucional" no es más que la consecuencia de un sistema determinado.

Alternativa desde la educación: educación

Si el Militarismo se trata de incrustar en nuestras vidas personales para posibilitar la pervivencia de los privilegios del poder, desde el Antimilitarismo deberemos tratar de neutralizar esa "mala influencia" que todas hemos mamado en lo personal para aportarle credibilidad a nuestra alternativa política. Y eso pasa por aprender a deseducarnos de muchas actitudes aprendidas.

Nuevos planteamientos sociales requieren un nuevo ser humano, luego la educación debe ser una prioridad de nuestro trabajo en dos sentidos: como formación interna del grupo y como recurso pedagógico a la hora de hacer llegar nuestro trabajo.

a) Formación Interna: Debería ser consustancial al trabajo antimilitarista facilitar la formación de los propios miembros de los grupos no sólo en los contenidos, sino fundamentalmente en los valores, actitudes, funcionamiento grupal y hábitos de lucha que propugnamos. Nada descubrimos con decir que en el movimiento antimilitarista también hay liderazgos, sexismo, escaqueo de responsabilidades, actitudes autoritarias, torpeza ante la toma de decisiones y regulación de conflictos... Muchas veces rehuimos el problema con frases hechas como "También se da en otros grupos" o "Si hasta a nosotras/os nos pasa es porque es inevitable". Para tranquilizarnos está bien, pero independientemente de que nadie es perfecto (ni lo pretendemos), las cosas no salen si no se trabajan, y trabajar las actitudes nada tiene que ver con tener clara la teoría del consenso, ni con asumir de un día para otro una determinada metodología de trabajo.

Propugnar el asamblearismo, la desobediencia, el compromiso político, la regulación noviolenta de los conflictos... no bastan para asumirlos. Está claro que su aprendizaje es colectivo, nos viene de la práctica, del día a día, de nuestras equivocaciones. Pero debemos dedicarle una atención preferente y un trabajo específico ya que son "valores contracorriente" que nadie nos ha enseñado.

Bastaría para animarnos saber que le damos a este tema la importancia básica que creemos que tiene y poner los medios necesarios para tratar de solucionarlo mediante talleres, comisiones de trabajo, la continua revisión del funcionamiento y trabajo diario.... Unido a todo esto estaría la necesidad de ampliar y diversificar los diferentes campos de trabajo que abordamos (dentro de unas líneas comunes consensuadas) para superar una realidad que nos ha limitado hasta ahora: el ser un movimiento fundamentalmente masculino y de gente joven ¿No somos un movimiento abierto a toda la sociedad?

Por otra parte nos enfrentamos a grandes intereses y grupos de presión, y no se cortarán en utilizar su fuerza de la forma que consideren más conveniente. No podemos estar hablando de ambiciosos ideales de cambio social limitando nuestro compromiso meramente a reuniones y acciones esporádicas. La lucha social requiere mucha dedicación y esfuerzo, y desde el Antimilitarismo deberíamos facilitar nuestra autoformación (teórica y práctica) en un compromiso social serio, creativo, divertido, respetuoso con los procesos de cada persona, pero de implicación cotidiana y revolucionaria.

b) Aplicar la pedagogía a nuestras campañas: Habrá quien diga que ya lo hacemos, pero más bien pretendemos hacerlo sin conseguirlo satisfactoriamente. El llamado "Enfoque Socio-Afectivo" de la Educación para la Paz nos enseña que no transmitimos realmente lo que decimos ni lo que creemos transmitir (si fuese así lo tendríamos muy fácil) sino lo que realmente somos, que tiene mucho más que ver con lo que hemos sentido y vivenciado desde la infancia (y que conforma nuestros miedos, deseos, necesidades...) que con lo que racionalmente pensamos.

El sentido de la sumisión y la anulación del sentido de apoyo mutuo están arraigados en lo más hondo de nuestra personalidad debido a la educación recibida. Los miedos y necesidades (materiales, afectivas, de seguridad ... ) interesadamente inculcados desde el poder nos convierten en seres sumisos y dependientes. Es posible darle la vuelta a este lastre que tenemos interiorizado, pero desde luego no lo conseguiremos con proclamas ni acuerdos teóricos.

Necesitamos protagonizar vivencias en este nuevo tipo de valores. Talleres de formación, Comisiones de trabajo específicas y, sobre todo, la experimentación y continua evaluación en nuestro trabajo cotidiano contribuirán sin duda a vivenciar e interiorizar estos nuevos valores.

Necesitamos normas para crecer, pero sólo podremos decir que hemos madurado y nos hemos desarrollado cuando seamos capaces de desobedecer esas normas, es decir, cuando no necesitemos normas externas para poder funcionar responsablemente. Absurdo sería tratar de afrontar el trabajo interno educativo aislado de la acción de calle y del compromiso de transformación. Ni basta con la concienciación personal para modificar la realidad que nos rodea, ni es posible la transformación social desde meros planteamientos políticos que no enraícen en las vivencias personales (necesidades, deseos, miedos ... ).

Estos 2 frentes de actuación (Educativo y de Acción) son simultáneos en el tiempo, complementarios y garantizan que el antimilitarismo aporte alternativas de vida y de lucha en positivo.

Las razones del trabajo antimilitarista continúan intactas, pero cambian sus protagonistas y la forma de manifestarse

En el MOC nunca hemos considerado nuestra lucha Antimilitarista como un desahogo de rabia contra los militares, como si el problema fuese que los militares nos diesen repelús. Lo que hemos criticado y a lo que hemos planteado alternativas era a la función que cumplían los militares, a los valores que transmitían, a su papel de freno al desarrollo social y, por supuesto, a su poder de destrucción.

Las razones de nuestra lucha permanecen intactas, pero debemos ser conscientes que parte del Control Social representado por los militares hasta hace poco, ha cambiado o está cambiando de protagonistas y de métodos. Mediante la ley Corcuera, de Extranjería, videocámaras, subvenciones, inhabilitaciones...nos controlan mucho más que la presencia militar en nuestras calles.

Si trabajáramos Antimilitarismo exclusivamente en su sentido más reduccionista de "anti" (contra lo militar), contribuiríamos posiblemente a desprestigiar el papel de los ejércitos, pero no aportaríamos nada a

lo que consideramos que es lo más importante: la búsqueda de alternativas sociales que podamos ir viviendo desde ya.

El estado está renunciando a utilizar la presencia militar como mecanismo de control interno para dar paso a un control de baja intensidad, más efectivo pero menos evidente, consistente en la paulatina imposición de un modelo social que adormece la conciencia de la gente, anula su sentido crítico y entorpece su capacidad de autoorganización, fomentando el individualismo y la competitividad salvaje. No se conforman con tener que vencernos, pretenden que ni lo intentemos, y la mejor forma de que no intentemos movernos es creernos libres o que no hay alternativas reales. En contraposición, nuestro trabajo debe ir encaminado a garantizar a todas las personas el protagonismo sobre sus propias vidas. Tenemos que ir experimentando (no sólo proclamando) formas de funcionamiento social autogestionadas, cooperativas y creativas en todos los ámbitos de nuestra vida cotidiana (trabajo, acceso a la información, cultura, relaciones personales ... ), frente a todo autoritarismo.

Pringuilandia

Quizá se entienda mejor esto con un ejemplo. Decimos que el Militarismo es el perro guardián del sistema. Pues había una vez un barrio de chabolas y de miseria donde destacaba "La Mansión", una lujosa casa señorial protegida por un muro de piedra y por un fiero perro llamado "Búnker". Las personas del barrio comenzaron a organizarse: formaron torres humanas para ver más allá del muro y comenzaron a pensar fórmulas para quitar de en medio a ese perro, claro defensor del injusto reparto de la riqueza. Los dueños de La Mansión, al ver que las/os chabolistas le perdían el miedo a "Búnker", decidieron trasladarlo a una caseta alejada de "La Mansión".

Ahora ya no hay perro. El muro ha sido por fin derruido y 200 operarios contratados en las chabolas trabajan agradecidos en la construcción de un bonito estanque alrededor de La Mansión y de una zona ajardinada que embellece el lugar donde antes se alzaba el frío muro.

Un sindicato, subvencionado por "La Mansión", defiende fieramente el derecho al trabajo de estos currantes e incluso presiona para que sean más los trabajadores contratados mediante una propuesta de ensanchar y profundizar el estanque.

5 guardias de seguridad amables y desarmados multan, lógicamente, a toda persona que pise la bonita hierba que rodea la casa. 30 señoritas de la ONG "Caridad Sin Fronteras" recorren el barrio pidiendo donativos para continuar con las obras de los bonitos jardines que rodean La Mansión y regalando papeletas para un sorteo cuyo premio es un paseo dirigido por el interior de los jardines y una vistosa cesta de Navidad (muy codiciada entre gente necesitada). También redactan informes para aconsejar, como medida preventiva, la instalación de videocámaras frente a las chabolas de aquellas familias antisociales y protestonas que se niegan a colaborar con el embellecimiento público "para evitar que adopten otras medidas insolidarias contra sus vecinos".

Pero lo más triste de esta historia aún está por llegar. Algunas de las personas más luchadoras que empezaron a enfrentarse a "Búnker" cuando aún era el fiero defensor de "La Mansión", ahora continúan enfrentándose a él. Pero ahora "Búnker" envejece defendiendo exclusivamente su caseta, situada fuera del barrio, desviando la atención de estas personas que ya empiezan a olvidarse de lo que sucede en "La Mansión" y sus alrededores.

Sólo es un mal cuento, pero puesto que cualquier parecido con la realidad NO es mera coincidencia, deberíamos estar alerta para no centrar en exclusiva nuestro ataque en los ejércitos-perros ahora que la situación ha cambiado.

Riesgos de centrar la lucha antimilitarista exclusivamente en la crítica al ejército

La lucha contra el ejército continúa teniendo pleno sentido, tanto por su creciente intervención exterior como por su presencia interior (legitimación, economía de la defensa y exclusión social, conversión de instalaciones militares en civiles...). Pero si nos centramos exclusivamente en estos trabajos "anti-ejército", nos arriesgamos a:

Dejar sin respuesta el "Nuevo Militarismo" que se va imponiendo a través de otras formas de Control Social.

• Ceñirnos a un tema que cada vez le va a pillar más lejano a las/os ciudadanas/os y que apenas va a tener que ver con sus problemas cotidianos.

. Reducir mucho la posibilidad de aplicar la Desobediencia Civil: Al suprimirse las obligaciones militares más evidentes (Mili, PSS, pago de impuestos "directos" para la guerra ... ), nuestro campo de trabajo irá quedando relegado a la denuncia y el mero desprestigio, dificultándose mucho la elaboración de alternativas y campañas en positivo.

Sin embargo, existen otros campos donde poder desarrollar plenamente campañas de DC (Inmigración ilegalizada, falta de vivienda, toda forma de exclusión social ... ).

. Ceñirnos a un tema muy parcial de la realidad (lo Militar) en un mundo donde cada vez más se interrelacionan todos los frentes de actuación. Si los problemas son globales, las soluciones deberán de ser globales.

El antimilitarismo no es la causa de nuestra lucha sino su consecuencia

Muchas veces lo olvidamos. Si somos (o pretendemos ser) asamblearias/os, participativa/los, no discriminatorias/os, solidarias/os... no es simplemente porque se contrapongan a lo que nos tratan de imponer los militares, sino porque pensamos, que son en sí mismos liberadores.

Si basásemos nuestra razón de ser en el aspecto "Anti" del Antimilitarismo, estaríamos poniendo en el centro de nuestra actividad el Militarismo (por oposición), con lo que la referencia de nuestro trabajo sería siempre ir a la contra de lo que desde el Poder nos plantean. Sería el Poder (y no nosotras/os) quien de una forma indirecta condicionaría nuestros análisis y activismos.

Si el Militarismo no es la raíz de todos los males, la resistencia al Militarismo no tiene por qué significar por sí mismo el avanzar hacia un modelo de convivencia más justo entre las personas y pueblos.

Lo que sucede es que al intentar avanzar hacia nuestro ideal, nos encontramos que el Estado nos pone el muro de contención del Militarismo. Es entonces, y no antes, cuando tiene sentido

hablar de Antimilitarismo.

Es la sociedad y no el militarismo la destinataria de nuestro trabajo

Ante las reivindicaciones sociales, el Poder, si no puede ignorarlas, tratará primero de desprestigiarlas, reprimirlas o absorberlas. Si no lo consigue, tratará de promover cambios cosméticos (aquello de "cambiar algo para que todo siga igual"), y si comprueba que la gente sigue sin tragar, se verá forzado a paliar, frenar o cambiar su política impopular para no perder su apoyo electoral.

Todo esto es muy difícil que se dé, pero no importa. Nuestro objetivo no debería ser modificar la política de gobierno, sino abrirnos espacios de transformación. Nuestra misión no es tampoco representar a la sociedad, sino contribuir a su transformación. No somos una vanguardia "concienciada" que trabaja para liberar a nadie. A veces parece que luchamos paternalistamente por la libertad y la justicia de terceras personas. Tratamos de llegar a todo tipo de personas, pero ni representamos ni deberíamos aspirar a representar a la mayoría de la sociedad. Haremos en todo momento lo que en conciencia y políticamente pensemos que debemos y podemos hacer, no lo que la mayoría de la población reclame (para eso ya están los partidos). Nuestra preocupación será el cómo transmitir lo que queremos y prever si nos compensará el esfuerzo. La Sociedad (en la que estamos incluidas/os todas/os nosotras/os) no sólo es víctima sino también responsable de la situación actual. Nuestro trabajo será, junto con otros colectivos sociales, contribuir a transformar esa responsabilidad cómplice en responsabilidad de transformación. Si somos parte del problema en nuestra mano está el ser parte de la solución, mientras que si la responsabilidad siempre es de otros (el ejército, el FMI, EE.UU ... ) nuestra posibilidades de actuación se reducen a la denuncia y al pataleo.

Somos un colectivo social abierto a toda persona que desee coordinarse para luchar colectivamente por crear espacios reales de libertad, para defenderse mejor ante las agresiones del militarismo, o para difundir ciertos mensajes. Somos un referente más de lucha y resistencia, por lo que sólo la confluencia con otras luchas sociales podrá ir dando lugar a cambios visibles en nuestro entorno.

No luchamos contra un poder "malo" para reivindicar un poder "bueno". Ese trabajo ingenuo no es el nuestro. Estamos por transformarnos a nosotras mismas y por transformar nuestro entorno, el poder queda en un segundo plano, como impedimento u obstáculo a nuestro objetivo. Es imprescindible tenerlo en cuenta, pero nunca debe erigirse en el protagonista de nuestra lucha. No pretendemos alcanzar el Palacio de Invierno.

Muchas veces hemos protagonizado demasiadas campañas de denuncia descuidando lo más prioritario, la concienciación social.

Demasiadas veces nos hemos centrado en señalar al "culpable" descuidando el qué deberíamos hacer para afrontar el problema de turno.

La Insumisión nos ha enseñado que poquitas personas (no nos engañemos) hemos sabido generar en relativamente poco tiempo un movimiento social y unas corrientes de opinión que ni las/os más optimistas preveíamos. Aprendamos de la experiencia para seguir adelante.

El Poder del estado no radica tanto en su potencial opresor, sino en el miedo social ante la posibilidad de sufrir esa opresión. El Poder es un dios de pies de barro, impresiona su tamaño pero está más hueco de lo que nos pensamos.

No será fácil, pero si nos quitamos el miedo, nos organizamos de forma autogestionada y nos decidimos a actuar, los cambios sociales por los que luchamos estarán mucho más cerca de lo que nosotras/os mismas/os nos pensamos.

Clarificar nuestro posicionamiento entre desobediencia civil y represión

Una consecuencia de la Desobediencia Civil (DC) es la respuesta violenta (directa o encubierta) del estado. Con ella hay que contar, hay que asumir que se dará y conviene pensar la mejor forma de rentabilizar esa represión si se da. Pero el objetivo no es que nos repriman. Si practicamos DC y no nos reprimen, mejor que mejor, un espacio que les hemos ganado, estamos en disposición de seguir avanzando, pero no para buscar más represión, sino para seguir ampliando esos márgenes de libertad.

Coyunturalmente puede ser necesario, como así lo ha sido en ocasiones, "provocar" esa represión (para hacer más visible una represión existente que el gobierno trataba de ocultar, para forzar una situación con intención de tratar de hacerla insostenible ... ) pero no es nuestro objetivo ni es la única ni la mejor forma de hacer llegar nuestra lucha. Muchas discusiones en el movimiento antimilitarista se han producido por esa esquizofrenia consistente en, por una parte, provocar o no esa represión y, por otra, el caer o no en discursos antirrepresivos.

La imprescindible coordinación con otras luchas sociales

La búsqueda de una mayor confluencia entre los objetivos, visiones y trabajos de los diferentes movimientos sociales debería ser un objetivo prioritario de todo movimiento revolucionario. Si nuestro campo de trabajo se va a abrir necesariamente hacia otros campos sociales, la confluencia con otros colectivos se hace más que deseable, necesaria. Las causas de problemas sociales aparentemente muy diferentes, (explotación Norte-Sur, marginación en todas sus formas, sexismo, deterioro ecológico, militarismo, ... ) muchas veces son las mismas, por lo que sus soluciones debemos buscarlas colectivamente.

- Coordinación local con otros Colectivos Sociales creando Redes de Apoyo Mutuo:

Consideramos positivo ir configurando en cada zona un Movimiento Social plural que englobe diferentes luchas sociales en base a unos mínimos consensuados. Emprenderíamos esta coordinación con aquellos colectivos con quienes más nos identifiquemos en planteamientos, metodología de trabajo, actitudes...

Este compromiso voluntario de coordinación no pasa por crear un nuevo mega-grupo que implique la desaparición de cada colectivo. Lo que estamos planteando son simplemente espacios de encuentro, reflexión y criterios de acción que nos faciliten (no multipliquen) el trabajo desde el apoyo mutuo. La posibilidad de elaborar en común revistas, jornadas, radios libres, suscripciones, compra o distribución de material, acciones, conciertos, incluso redes de trueque y servicios poniendo a disposición del resto de grupos materiales o servicios que deseemos poner en común (Libros y revistas, ordenadores, megáfonos, contactos de prensa o grupos, talleres y entrenamientos ... ). Las posibilidades son infinitas.

No es éste el espacio de profundizar en cómo se podría desarrollar esta coordinación local de luchas sociales, pero un paso previo imprescindible es el favorecer un mayor acercamiento y conocimiento de las personas que participan en otros colectivos pues para este tipo de coordinación es imprescindible partir de la confianza e ilusión de sus miembros. Desde los recelos y la incomunicación podríamos llegar como mucho a algún apoyo puntual, pero aquí de lo que hablamos es de tratar de alcanzar una continuada unidad de acción, compartiendo análisis, objetivos y métodos de trabajo para que las diferentes problemáticas que cada uno aborda no sean más que diferentes frentes de una misma concepción social liberadora.

De esta forma, cada avance en la lucha de cada colectivo, significará un avance para las demás.

- Coordinación estatal con los otros colectivos antimilitaristas: El Movimiento Antimilitarista es heterogéneo (afortunadamente) y no está exento de protagonismos y piques personales (desafortunadamente). Consensuar, planificar y desarrollar campañas concretas comunes, aunque deseable, puede ser muy precipitado en el momento actual, pero podemos tratar de consensuar unas líneas generales de actuación antimilitarista que nos haga sentirnos partícipes de una misma lucha común, cosa que actualmente no sucede. Esta coordinación estatal nos ayudará a profundizar en el análisis antimilitarista, que podremos aportar en nuestro trabajo local enriqueciendo a otros colectivos.

Resumiendo algunas posibles alternativas

- Campo de trabajo del Antimilitarismo: Desarrollar las bases de una auténtica Alternativa de Defensa Social facilitando o fomentando alternativas autogestionadas de funcionamiento de base desde la desobediencia, la no colaboración, la acción directa y otros métodos noviolentos ante toda forma de Control Social . No imitar nuestro trabajo antimilitarista al tema concreto del ejército.

- Centrar nuestro trabajo en plantear alternativas constructivas a problemas reales que vivamos día a día: Contrainformación; alternativas colectivas autogestionadas de vivienda, trabajo, educación, cultura ... ; articular formas de lucha colectivas y noviolentas...

- Priorizar un trabajo educativo hacia los propios grupos y hacia la gente a la que pretendemos llegar mediante talleres , comisiones de trabajo, revisión continua de nuestras actitudes, organización y funcionamiento.

- La imprescindible coordinación local con otras luchas sociales en base a unos mínimos consensuados y al desarrollo conjunto de Redes de Apoyo Mutuo

- Coordinación estatal antimilitarista priorizando el consenso de planteamientos y líneas de actuación comunes.

Miguel Arce
(del MOC y del Colectivo Educar para la Paz de Cantabria).

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