CULTURA PARA LA ESPERANZA número 41. Otoño 2000.

VISIÓN DE LA HISTORIA Y ESPERANZA
Lectura del Apocalipsis desde las víctimas

Lo primero que subrayaría, a modo de introducción, es que el Apocalipsis, es un libro difícil y controvertido. Tan controvertido que, en sus comienzos, varias de las Iglesias cristianas no se atrevieron a incorporarlo a su canon porque les parecía muy violento, y también demasiado judío, algo que consideraban negativamente. Además les parecía, y en esto me parece que coincidimos también hoy, muy complicado.

Por lo general, no nos gusta explicar el Apocalipsis, y menos aún predicarlo, y sin embargo, es uno de los libros más apasionantes del Nuevo Testamento, si se encuentra la clave de lectura, el hilo conductor. Por mi parte, es el libro que yo más veces he tocado en mis estancias en El Salvador porque, como voy a explicar, el libro del Apocalipsis está escrito para una comunidad perseguida, razón por la cual toda comunidad perseguida, como la de El Salvador, está profundamente en sintonía con este libro.

Hay dos tipos de lectura del Apocalipsis: una más fundamentalista, que intenta leerlo al pie de la letra y llega a la conclusión de que inspira miedo, incluso algunos, como los Testigos de Jehová, llegan a pensar que en este libro se predice el fin del mundo, y que con ayuda de las citas que nos da, es posible saber cuándo se producirá y sobre todo cómo será, terrible.

Veremos que eso no tiene nada que ver con lo que nos dice el Apocalipsis, podíamos sospecharlo. Cuando en el Evangelio de Marcos, cap. 13,32, los discípulos están interesados en saber cuándo será el fin del mundo, Jesús les dice que eso no lo saben ni los ángeles del cielo ni el Hijo mismo, sólo lo sabe el Padre. Dios no revela cuándo será el fin del mundo. Y Lucas, en el cap. 21 de su Evangelio dice que si alguien confiesa que ha llegado el fin del mundo, es un falso profeta. Es decir, ese tipo de interpretación que lee el Apocalipsis al pie de la letra y se imagina, por tanto, que está hablando de las situaciones truculentas que acompañarán el fin del mundo, no ha entendido nada de nada.

La otra lectura en cambio, es la que suelen hacer las comunidades de base en Latinoamérica. Es una lectura que ve en el Apocalipsis un libro de resistencia cristiana, escrita -permítanme la expresión- por los "guerrilleros de la fe", por los profetas que intentan mantener vivo el ánimo del pueblo, y que intentan sobre todo desenmascarar los falsos valores, los antivalores del imperio de turno -el romano, como veremos, en el caso del Apocalipsis- y que tratan además de defender los grandes valores cristianos, aquellos que, por vivirlos, llevaron a Jesús a la muerte, lo mismo que hoy sigue ocurriendo con todas aquellas personas que se toman en serio, en un mundo injusto, la solidaridad cristiana, el amor al prójimo, la radicalidad en la denuncia de la injusticia...

Por tanto, la tesis de este artículo es muy sencilla: el Apocalipsis no es un libro que nos hable del fin del mundo. El Apocalipsis es, ante todo, un libro eminentemente histórico. Pero habla de la historia vista en dos dimensiones, dos dimensiones que se complementan como las dos caras de una moneda, algo así como lo que ocurría en los autos sacramentales, cuando nos explicaban la historia del mundo. En el Apocalipsis, la primera dimensión de la historia es la dimensión visible y empírica que todos podemos conocer y que Juan, el profeta, llama "la tierra" explicándonos lo que ocurre en esa historia. La otra dimensión es una dimensión profunda y transcendente que Juan llama "el cielo".

La tesis del autor del Apocalipsis para una comunidad que está perseguida, es que Dios y el Mesías resucitado actúan y siguen actuando en nuestra historia, aunque a veces, parezca lo contrario, y actúan liberándonos de la opresión y de la muerte y ayudándonos a construir un mundo alternativo, un mundo en el que reinen los valores divinos de la solidaridad y del amor.

En el fondo, lo que quiere realizar el Apocalipsis es el sueño que ya Moisés expresó en su testamento en el Libro del Deuteronomio, 15,4,5, al decir al pueblo de Israel que cuando entre en la tierra prometida "no habrá pobres entre los tuyos, porque te bendecirá el Señor tu Dios, en la tierra que el Señor tu Dios, va a darte, a condición de que obedezcas al Señor, tu Dios, poniendo por obra este precepto que yo te mando hoy". El libro del Levítico dice: "Cada 50 años repartiréis la tierra", en el Deuteronomio dice: "Cada siete años perdonaréis las deudas para que todo el mundo pueda vivir en paz y libertad".

Este sueño de Dios que ni el pueblo de Israel ni tampoco el pueblo cristiano hemos conseguido realizar, es el que quiere mostrar y fomentar el libro del Apocalipsis. La utopía del Apocalipsis no se realiza más allá de la historia, sino más allá de la opresión y de la muerte, y se realiza en un mundo que ya empieza a aparecer, que no se ha realizado plenamente, pero que empieza a ser realidad al menos en los ojos creyentes del profeta Juan, que está profundamente convencido del mensaje que quiere contagiar.

Si el Apocalipsis es un libro histórico, ¿cómo hay que leerlo?, ¿qué dice el Apocalipsis de sí mismo?

Aquí aparece la primera sorpresa, porque el Apocalipsis cuando se califica a sí mismo como libro en el cap, 14,6, lo hace como Buena Noticia eterna.

¿Por qué puede el Apocalipsis llamarse así a sí mismo? ¿Qué pretende fundamentalmente con esas visiones, con esas comparaciones que pone y que, ciertamente, son abstrusas y complicadas y si queremos imaginarlas, sufrimos bastante para poder entenderlas?

Podría decirlo con unas palabras que suele utilizar Jon Sobrino a propósito de los mártires de El Salvador. Lo que el autor del Apocalipsis pretende, y es muy importante, es mantener viva la memoria de los mártires y hacerla productiva. Hay muchos mártires y asesinados en el mundo por razones religiosas, porque han preferido considerar a Dios o a Jesús como su Señor, han preferido aceptar los valores evangélicos, han denunciado la injusticia del imperio, como la globalización, que produce mucho pobre y mucho sufrimiento.

Pero lo que el Apocalipsis pretende sobre todo, y esto es fundamental, es que se mantenga viva y perenne la memoria del primer mártir. Aquel personaje que el Apocalipsis denomina "Cordero degollado" es Jesús, a quien denomina así en el capítulo 5,6,12 y en otros textos. Y dice, con esas imágenes simbólicas que suele utilizar, que el "Cordero degollado" está de pie ante el trono de Dios, que ha resucitado, lo que significa que Dios le ha dado la razón porque Dios sólo resucita a aquellos -es la concepción de la época- que han sido fieles al proyecto de Dios. Por lo tanto, si ha resucitado a Jesús es porque Jesús tenía razón, es porque Dios estaba con él y desde que ha resucitado está presente en nuestra tierra, aunque de un modo distinto que, como dirá el profeta Juan, se hace particularmente presente en el testimonio de los cristianos y cristianas, y en la Palabra de Jesús que seguimos comunicando, para que vaya transformando nuestro mundo

Buena noticia es este "Cordero degollado", este crucificado que ha resucitado, ha vencido inicialmente las fuerzas del mal, fuerzas que en el Apocalipsis están simbolizadas por Satanás y por las Bestias, sus acólitos, aquellas realidades humanas que encarnan en este mundo el mal que destruye, que no deja vivir, sobre todo, a los que son fieles al proyecto de Dios. Por lo tanto, Juan escribe su obra con la finalidad de subrayar que es el triunfo de Jesús sobre la muerte y sus aliados lo que ha posibilitado al pueblo cristiano, incluso en medio de la persecución más sangrienta como la que viven en ese momento, participar también de la victoria del Mesías y así mantenerse fiel al proyecto del Reino de Dios. Y lo ha conseguido incluso al precio de la propia vida.

Así, para el autor del Apocalipsis, la resurrección es, sorprendentemente, el hecho central que configura nuestra historia, porque la transforma desde dentro; una historia que es conflictiva porque no acepta los valores del reino de Dios. Los imperios de turno, los que sean, no se han distinguido por su altruismo, por su generosidad, sino que siempre han intentado vivir a costa de los demás, se han convertido en ídolos y los ídolos necesitan víctimas. En este mundo conflictivo, los "guerrilleros de la fe", los militantes de la fe, los profetas, intentan abrir los ojos a la comunidad para que no se deje engañar por los falsos valores del imperio, y para que, sobre todo, recurran a la esperanza, para que luchen, para que propongan un estilo de vida alternativo que transforme el imperio desde dentro, y no permita que tantas personas en el mundo sufran las consecuencias de nuestro egoísmo y nuestro pecado.

Por eso es importante mantener viva la memoria del primer mártir. Y por eso es una buena noticia, la noticia de que, a la larga -no a corto plazo-, el que se va a mostrar como Señor de la historia no es el emperador romano que está dominando el mundo conocido por ellos en aquel momento. El Señor de la historia, el auténtico Señor es Dios, es Jesús, y por tanto, si uno acepta este hecho, aunque sea perseguido como dice el capítulo 12,17, por guardar los mandamientos de Dios y mantener el testimonio de Jesús, esa vida no puede morir, y será el fermento que llegará un día a ser un mundo nuevo, no solamente al final de la historia sino que ya ahora empezará a transformarla y posibilitará que el mundo sea distinto.

Es normal que, al ser una obra subversiva porque denuncia la injusticia del imperio romano, que es muy poderoso, esté escrita en clave, en mensaje cifrado, para que no se pueda entender toda la carga de denuncia que lleva el texto, como ha ocurrido también en ocasiones en nuestra propia historia. El Apocalipsis quiere contrapesar la propaganda religiosa del imperio romano porque éste fomenta un tipo de religiosidad que deshumaniza y no deja ser fiel al Evangelio, y por eso lo llama "falso profeta" y le da nombres tan cariñosos como 1a madre de todas las prostitutas o "Babilonia", que para ellos es el símbolo de lo peor, y les anuncia que van a morir y se van a presentar en ese famoso lugar, Armagedón, que utilizan las sectas para asustar a la gente, es la montaña en la que los reyes de Israel han arrasado siempre. Si los imperios del mal se reúnen en la montaña, en el Armagedón, es un preanuncio, un momento peligroso ya que el lugar mismo indica que va a ser difícil que el imperio del mal pueda vencer. Así al Emperador Domiciano, al que considera como el Nerón redivivo, le aplica una cifra muy simbólica, el número 666. Sumadas las letras de la palabra Nerón-César, Nerón-Emperador, dan exactamente la cifra 666. Dice que "la bestia es un hombre" y que el que sea inteligente que calcule. Una persona que no tiene números árabes y está habituada a contar con las letras, sabe que cada letra del alfabeto tiene un número y así sabe perfectamente a quién se está refiriendo con el número 666.

El Apocalipsis está repleto de imágenes difíciles de comprender, muchas de ellas sacadas de un libro que no es precisamente el vademécum del Imperio romano, el Antiguo Testamento. Yo les digo a mis alumnos de Nuevo Testamento, cuando hablo del Apocalipsis que, si quisiera saber si conocen bien el A.T. les daría una página del Apocalipsis para que me digan a qué texto del A.T. alude. Vería así inmediatamente si lo conocen o no, porque es como un rompecabezas de textos y alusiones al A.T. que van dando la filosofía de la historia vista desde los ojos de Dios, es decir, la teología de la historia, cómo ve Dios esta realidad y, si me abro por la fe a la experiencia de Dios, cómo puedo interpretar lo que está ocurriendo en este momento

La literatura apocalíptica es una buena noticia, porque intenta mantener viva la resistencia cristiana, aun sabiendo que a veces eso tiene un precio muy duro, porque muchos de ellos fueron asesinados por ese imperio, como siguen siéndolo actualmente. El Apocalipsis está escrito durante la persecución de Domiciano, según parece, hacia la mitad de los años 90, antes de la caída de Jerusalén. En la Carta a los Romanos, cap. 13, e incluso en el Evangelio de Juan aparece que los cristianos intentaron no entrar en conflicto con el imperio, lo tenían bastante difícil por el hecho de que su fundador había sido asesinado como terrorista en una cruz; intentaban explicar que había sido una mala comprensión de Pilatos, que se había dejado engañar por los judíos. En el fondo, el imperio, cuando es inteligente, descubre que el cristianismo no quiere ser una alternativa política sino que quiere transformar el mundo y eso sí tiene una dimensión política, aunque no como alternativa al imperio sino como transformación del imperio.

Sin embargo, con la persecución de Domiciano, el autor del Apocalipsis arroja la toalla y se decide a llamar al mal por su nombre, decide enfrentarse con el imperio romano porque dice que hay que desenmascararlo ya que quien quiera hacer carrera dentro de él tiene que aceptar adorar al emperador y renunciar a los valores cristianos. Si no hace esto, nos dice en el capítulo 13, si no está dispuesto a adorar al emperador y sí a defender los valores cristianos, no podrá comprar ni vender, se quedará marginado en esta sociedad que tiene mucho poder económico, político y social. Por tanto, al caer en la cuenta de que el imperio lo que exige es renunciar a los valores cristianos, incluso con peligro de perder la vida si no se acepta, el autor se decide a denunciar.

A veces pueden parecer textos de odio y de violencia porque en el fondo están expresando la situación límite de la comunidad. Esto ocurre si se leen superficialmente, si no se miran en su contexto, primero en el del libro y luego en el de la Biblia. Ya que un texto fuera de su contexto, no es más que un pretexto. ¿Hasta cuándo –dicen los mártires- no vas a tomar venganza de lo que nos pasa? ¿Hasta cuándo no vas a llevar a Pinochet delante de un tribunal? -dirán las madres de los que fueron torturados en Chile- ¿Hasta cuándo?...

Pero Juan no lo hace para promover la violencia, lo que intenta es que quien lea o escuche esos textos se desahogue o se purifique, que transforme su odio en conciencia, conciencia de cuáles son realmente los valores cristianos y cuáles son los antivalores, porque la violencia en el Apocalipsis es más ficticia que real -el Cordero no es un tanque, es un Cordero degollado- la cruz es su fuerza; los mártires vencen al mal con su testimonio, no con la guerra y Jesús derrota a las fuerzas del mal con su palabra, la que conocemos por los Evangelios, no hay otra, y esa palabra no es una palabra violenta, aunque puedo experimentarla como tal si me desmonta mis prejuicios, pero en principio lo que pretende es un mundo alternativo, solidario, fraternal para todo el mundo.

Por tanto, lo primero que intenta es desenmascarar lo que hay de negativo en ese imperio, y en segundo lugar, y esto es muy importante, lo que el autor quiere es impedir, con su obra, que la comunidad pierda la esperanza ante los fracasos que está viviendo en el día a día, ante el desánimo que podía surgir en esa comunidad al ver que el imperio romano es tan poderoso como una máquina que aniquila todo lo que se le opone, y no deja que surjan los valores cristianos. Pensemos, por ejemplo, lo que está ocurriendo ahora en tantas comunidades del Sur, que ven que mientras la globalización ha supuesto enriquecimiento para el Norte, para el Sur no ha supuesto más que empobrecimiento. En esa situación, el Apocalipsis es un grito de esperanza y para que los cristianos reaccionen, no se cansa de decirles que Omnipotente sólo es Dios, que el imperio parece todopoderoso, pero que no lo es.

Vemos que lo que pretende el Apocalipsis es permitir a la comunidad cristiana reconstruir su identidad, que no pierda los valores evangélicos, ni siquiera cuando ello ponga en peligro su vida, y que no pierda su esperanza. El cristiano no arroja la toalla y el Apocalipsis quiere ser un libro liberador, un libro de esperanza. Sorprendentemente, la utopía del Apocalipsis es histórica, política... ¿cómo lo valora?

El Apocalipsis no es un libro que invite a la pasividad, lo que propone es una reforma radical de la Iglesia. La Iglesia, en los años 90 vive ya una situación complicada, el helenismo ha influido mucho y existe el peligro de que el mensaje cristiano se despolitice, se espiritualice en sentido negativo. Por eso, para que no pensemos que sólo hay que hablar del otro mundo, en su primera parte, el primer septenario habla de las siete Iglesias. 7 es un número simbólico, es la suma de 3 más 4, es decir el 3, que simboliza la realidad de Dios (decimos Santo, Santo, Santo, para decir que Dios es plenamente santo) y el 4 que simboliza las cuatro partes del mundo. El número 7 como el 12, que resulta de multiplicar 3 por 4, simboliza la alianza. Lo que el Apocalipsis quiere, para que la comunidad no pierda la esperanza, es mantener la idea de que Dios es fiel, de que es el Dios de la Alianza, de que Dios se ha comprometido con su pueblo liberándolo una y otra vez, en el Éxodo, en Egipto, en el exilio de Babilonia cuando la persecución de Antioco... Dios siempre es fiel, y el número 7 recuerda esa alianza, esa fidelidad de Dios a su pueblo. El autor del Apocalipsis, cuando estructura cómo ve la historia del mundo y su proyección celestial, transcendente, estructura toda su obra en "septenarios", para que de un modo, diríamos casi inconsciente, la comunidad nunca olvide que, aunque algunas veces parezcan "dejados de la mano de Dios", Dios está con ellos porque es fiel, porque es el Dios de la Alianza. Si se lee el Apocalipsis se ve que hay 7 bienaventuranzas, dos de ellas enmarcan el comienzo del libro: "Bienaventurado el que lea estas palabras y las ponga en práctica..." Estas bienaventuranzas quieren recordar esa buena noticia eterna.

Dios es siempre el Dios de la historia y para poder incidir en la historia nos necesita. Yo cuento siempre, para expresar esta idea, una historia referente a la destrucción de una Iglesia en una guerra, una Iglesia que quedó arrasada y en la que quedó un crucifijo al que se quemaron los brazos. Ahora han reedificado la Iglesia, han puesto de nuevo el crucifijo, sin brazos, y con una leyenda que dice: "No tengo más brazos que vosotros".

El Apocalipsis comienza el primer bloque, el primer septenario, interpelando a las 7 Iglesias, les recuerda lo que Dios les pide, el espíritu. Y las Iglesias son como nosotros, como nuestra realidad, mezcla de bueno y de malo. Les dice las cosas buenas que tienen, les recuerda que están en la mano de Jesús, en la mano derecha, es una buena señal, y les dice también que tienen defectos y que tienen que convertirse, porque si no lo hacen, no serán los instrumentos de Dios para poder realizar la alianza a través de su pueblo con el mundo entero.

El Apocalipsis está preocupado por el "aquí y el ahora de la comunidad", pero sorprendentemente proyecta al final "un mundo nuevo y una tierra nueva", porque los que son apocalípticos tienen más bien una visión un poco negativa de la historia, son un poco pesimistas, esto es comprensible, viven del lado de los perdedores y piensan que esta historia difícilmente será como Dios la sueña, como nosotros la soñamos, y por lo tanto, más que esperar un final feliz dentro de la historia, dicen que hay que esperar al cielo nuevo y la tierra nueva cuando esa historia llegue a su plenitud y sea posible que se haga justicia y que todo el mundo pueda vivir esa realidad de Dios.

Alguien dice que "la historia siempre lucha por el poder. Aquí el que tiene el poder se halla interesado en el progreso de la historia, entiende el futuro como continuación y perfeccionamiento de su presente. Aquí el que es impotente y se halla oprimido no está interesado en la continuidad ni en el perfeccionamiento de su historia de sufrimientos, sino únicamente en el pronto final de esa historia y en un futuro alternativo".

El Apocalipsis quiere denunciar que efectivamente hay muchas razones para ser pesimistas frente a este mundo..., pero dice también que hay que seguir luchando, que hay que esperar otra vida, y sobre todo, que hay que vivir una vida alternativa, una vida otra.

Un periodista guatemalteco escribió una vez un texto que me parece sugerente. Había recibido amenazas de muerte por parte de los escuadrones de la muerte, y en Guatemala las amenazas son serias. Dice así este periodista:

"Dicen que estoy amenazado de muerte, tal vez, sea ello lo que fuere, estoy tranquilo, porque si me matan no me quitarán la vida, me la llevaré conmigo, colgando sobre el hombro como un morral de pastor. A quien se mata se le puede quitar todo previamente, los dedos de las manos, la lengua, la cabeza... se le puede quemar el cuerpo con cigarrillos, se le puede aserrar, destrozar... todo se le puede hacer, y quienes me vean se conmoverán profundamente y con razón. Yo no me conmuevo gran cosa porque desde niño alguien sopló a mis oídos una verdad inconmovible y al mismo tiempo, una invitación a la eternidad: No temáis a los que pueden matar el cuerpo pero no pueden quitar la vida. Son palabras de Jesús. La vida, la verdadera vida, se ha fortalecido en mí cuando aprendí a leer el Evangelio. El proceso de resurrección empieza con la primera arruga que nos sale en la cara, con la primera mancha que aparece en nuestras manos, con la primera cana que sorprendemos en nuestra cabeza un día cualquiera al peinarnos, con el primer suspiro de nostalgia por un mundo que se aleja de pronto de entre nuestros ojos. Así empieza la resurrección, así empieza, no eso tan incierto que algunos llaman la otra vida, en realidad no es la otra vida sino ´la vida otra`. Amenazado de muerte, ¿y qué? Si así fuere los perdono anticipadamente. Que mi cruz sea una perfecta geometría de amor desde la que pueda seguir amando, hablando, sonriendo y haciendo sonreír de vez en cuando a todos mis hermanos los hombres. ¿Que estoy amenazado de muerte? Hay en la advertencia un error conceptual, ni yo ni nadie estamos amenazados de muerte, estamos amenazados de vida, amenazados de esperanza, amenazados de amor".

Yo pienso que esto es lo que quería decir el autor del Apocalipsis con otras palabras. Ellos pensaban que estaban amenazados de muerte, y era verdad, pero en el fondo él les decía que si eran fieles al proyecto de Jesús, de lo que estaban amenazados era de vida. Y para que puedan seguir luchando, lo primero que hace el autor es mostrar la debilidad del imperio y lo muestra de mil maneras, anunciando que caerá, poniéndole calificativos negativos, mostrando su debilidad... porque si es Babilonia, ellos saben por la historia del pueblo de Israel que también aquel gran imperio un día cayó, porque "no hay mal que cien años dure". Es uno de los mensajes del Apocalipsis. Los males en el Apocalipsis duran 42 meses. ¿Por qué 42 meses? Es la mitad del 7, tres años y medio-, 1.260 días. No es que quieran saber exactamente cuánto van a durar los males, el imperio romano tardó 300 años en caer, pero lo que sí saben es que a la larga el mal no triunfa. Puede que nosotros no lo veamos, puede que disfrutemos aparentemente de las ventajas de nuestra injusticia si oprimimos a los pueblos del Sur, pero el mal es como un cáncer. No somos Dios, si no hacemos el bien, si no construimos un mundo solidario y fraternal, en el pecado llevaremos la penitencia.

Esta es la idea del Apocalipsis: los males no duran siempre y a la larga acaba triunfando el bien, y para nosotros, en todo caso, lo que está en cuestión es si estamos dispuestos a apuntarnos al equipo de Jesús para intentar realizar su proyecto en este mundo.

Aparte de subrayar la debilidad del imperio, que caerá como cayó Babilonia, les dice también que el "Cordero" ha resucitado, que hay que tener esperanza, que no es una esperanza barata, porque ha sido comprada con un gran precio -la muerte de Jesús- que es una esperanza fundada, porque el hilo conductor del Apocalipsis es lo que constituye el corazón de la experiencia bíblica tanto del A.T. como del N.T., es decir que Dios es fiel y misericordioso, liberador y protector del pobre. La buena noticia del Apocalipsis es que Dios es fiel. Si en el pasado fue fiel, justo, misericordioso, liberador y protector del pobre, en el futuro también lo será, porque no hay otro Dios.

El autor del Apocalipsis es como el heredero de dos grandes corrientes teológicas del A.T.: la profética y la sapiencial.

Profeta, como saben, es el que ayuda a discernir los signos de los tiempos, el que habla en nombre de Dios y nos ayuda a descubrir, frente a un problema determinado, cuáles son las claves de lectura y cuáles son aquellas cosas que Dios nos pide como respuesta a los signos de los tiempos, que nos plantean nuevos problemas para poder vivir como pueblo de Dios, pueblo cristiano, redimido y encarnado, el proyecto de Dios.

Pero a la vez, los sabios extraen la filosofía, la teología de la historia de Israel y la aplican a la historia humana. Así están diciendo a la comunidad que, aunque parezca que Dios ha olvidado a su pueblo, no es cierto, Dios no olvida a su pueblo, siempre nos da una oportunidad de liberarnos, pero hay que confiar en él, hemos de creer en su proyecto, Dios no puede haberse olvidado de su pueblo, el pobrecillo y perseguido, Dios se revelará también en el futuro como se reveló en el pasado, intentando ayudar a vivir ese proyecto del resucitado.

Y como esto no es fácil, como hay peligro de desesperanza, hay otro rasgo del Apocalipsis que es fundamental, que nos ayuda a entender por qué hay que leer en clave histórica el texto del Apocalipsis: son los signos litúrgicos. Todo el Apocalipsis es un libro litúrgico, por eso en la Edad Media, que eran muy creyentes, en los ábsides de las Iglesias pintaban escenas del Apocalipsis.

Una de las características del Apocalipsis es que está lleno de cantos, de cantos de resistencia. Yo lo pensaba en El Salvador y la gente lo entendía muy bien, con los corridos de Monseñor Romero o del P. Rutilio Grandes o de Ellacuría... Esos corridos, esos cantos populares, lo que pretenden es mantener viva la resistencia. Lo que cantan los textos del Apocalipsis es que Jesús es el Señor y lo hacen porque el imperio les está diciendo que Domiciano es Señor y Domiciano pide que sean fieles a su proyecto, que renuncien a su militancia cristiana, y ayuden a realizar los ideales del imperio que son buenos para unos pocos, pero negativos para muchos. Por tanto, lo que pretenden es mantener viva la resistencia, y recordar las ideas fundamentales de la fe, quién es el Señor, y todo eso tiene consecuencias, porque todo Señor quiere que se cumplan las normas que él dicta. Lo que Jesús nos pide nos lo dice muy claramente el Evangelio, en cambio el imperio propone otros valores, por eso hay que resistir.

Los cantos litúrgicos tienen otra connotación importante en tiempos de persecución. En medio de la persecución la oración es más necesaria que nunca. Lo subrayaba Lucas en el discurso apocalíptico que pone en boca, de Jesús: "Estad en vela, orad todo el tiempo para que tengáis fuerza y escapéis a todo lo que está por venir y podáis estar en pie delante del Cordero". Los discípulos no estuvieron rezando, se durmieron, por eso no resistieron la tentación. Jesús, que rezó, se convirtió en modelo, porque la oración le dio la fuerza para ser fiel al proyecto, hasta dar la vida por él. Y a la vez la oración nos recuerda otra cosa que se sentía en el mundo cristiano, y es que la salvación definitiva no es mérito humano, somos instrumentos pero no es mérito nuestro. La salvación definitiva es don gratuito de Dios. Si no hubiera dado su vida por nosotros, ¿estaríamos ahora aquí? ¿Mantendríamos por lo menos algunos de esos valores cristianos que son tan gratificantes y que, cuando los vivimos radicalmente, ayudan a evitar que este mundo acabe de destrozarse?

Eso es lo que pretende el autor del Apocalipsis, mantener viva la esperanza en un momento en que todo inclina a pensar que sólo hay motivos para desesperar, y la desesperación es lo único en lo que no podemos caer, porque si no los pobres y marginados de la tierra no tendrán quién les ayude a salir de esta situación, solidarizándose con ellos.

La estructura del Apocalipsis es una estructura concéntrica, que ayuda a caer en la cuenta de lo que es nuclear -como en un bocadillo, lo más importante está en el centro- ahí encontramos lo que es el núcleo del mensaje cristiano sobre la historia, cómo incide en ella la resurrección de Jesús. Una estructura concéntrica ayuda a caer en la cuenta de lo que decía al principio, de que se trata de una reflexión sobre la historia, pero a dos niveles: explica lo que está ocurriendo en el mundo, pero también lo muestra desde los ojos de Dios, tal como se vería, por decirlo así, con filosofía celestial, para que veamos lo más hondo de la historia. Por esta razón, por un lado se van repitiendo cosas... -se ve leyéndolo con tranquilidad-, en el segundo, tercer y cuarto septenario veremos que muchas cosas se repiten porque en el fondo hablan de lo mismo desde distintas perspectivas, pero en los extremos nos dice que la historia no es el eterno retorno de todas las cosas, que hay un proceso, que hay un avance, es verdad que se repiten cosas en la historia, por eso podemos sacar lecciones de ella, pero no hay un retroceso.

En el primer septenario nos dice cómo son las Iglesias en la realidad, y las interpela, pero el proyecto será la Iglesia celestial de los capítulos 21,1 a 22,5, "el cielo nuevo y la tierra nueva que bajará del cielo y que será la nueva Jerusalén, la nueva realidad en la que no habrá ni muerte, ni luto ni dolor, porque este mundo ha pasado y Dios lo será ya todo en todos".

Ese es el proyecto. Pero, cómo vamos a llegar de la Iglesia militante a la Iglesia triunfante? No soñando, no durmiendo... militando.

Los tres septenarios del centro explican cómo nos enseña Dios a intentar vivir en la militancia cristiana que nos permitirá pasar de la Iglesia militante a la triunfante.

Empieza el segundo septenario con siete sellos- nos habla de un libro que está sellado con siete sellos, lo que significa que está totalmente sellado-, si alguien no nos da la clave de lectura no podremos leerlo y nos dirá: "El que tiene la clave de lectura del libro de la historia es el Cordero degollado, él tiene la auténtica clave". Nos cuenta cómo está el mundo lleno de males y lo simboliza con las plagas de Egipto que ahora sólo destruyen a una cuarta parte de la humanidad, pero el siguiente septenario destruirá a una tercera parte, en el cuarto septenario destruirá totalmente Roma, porque se han opuesto a Dios, como para indicar que las plagas no son para castigar, sino para llamar a la conversión, y va apretando las tuercas... Cuando el Cordero abra los 7 sellos se podrá saber cuál es el sentido de la historia, pero para que no quede en una interpretación puramente literal, dice que cuando abrió el séptimo sello se hizo un silencio como de media hora... no dice nada. Por tanto el séptimo sello se abre y no se cuenta nada. ¿Por qué? Porque el autor quiere que sigamos leyendo, que leamos el septenario de las 7 trompetas, la trompeta llama a la movilización, es el corazón de la fe cristiana.

Cuando suenen las 7 trompetas veremos cómo Dios nos llama a la movilización en un mundo injusto, pero cuando suene la séptima trompeta tampoco se nos contará su contenido, sino que volverá a empezar con las siete copas. Y las siete copas, que son las copas de la ira de Dios, nos dirá lo que le espera a Roma si no se convierte, la destrucción total, y habrá un canto maravilloso de los comerciantes, de los herreros, de los marineros, que cantan la belleza de Roma, cantan con mucha simpatía todas las maravillas que tenía, sintiendo lástima porque ha quedado destruida, porque se ha embriagado con la sangre de los mártires, en vez de hacer un imperio justo que cree humanidad, ha hecho un imperio injusto que ha destruido, y en el pecado llevará la penitencia... si no se convierte, Roma será destruida.

Explica lo que ocurrirá en la historia a todo imperio que no se abra a los valores evangélicos, que son los valores más auténticamente humanos, y lo explica con símbolos para que caigamos en la cuenta de que la destrucción de Roma no será la solución de la historia, porque todo imperio se encarna mientras los seres humanos no nos abramos plenamente al reino de Dios, -algo que va para largo-, porque mientras los seres humanos no nos abramos plenamente al amor de Dios y a la solidaridad, siempre habrá imperios que, como Babilonia se encarnarán en un lugar concreto y exigirán víctimas, destruirán y serán terribles. Le está diciendo a la comunidad cristiana que no se duerma aunque caiga Roma porque la lucha humana siempre es una lucha entre el bien y el mal y los imperios se reencarnan. Por tanto ha de mantener viva la militancia y luchar por un mundo mejor.

Una vez explicado esto y dadas las coordenadas teológicas, filosóficas que desde su fe configuran la historia, en el quinto septenario hay 7 visiones. Nos va a decir lo mismo pero visto desde el cielo. Nos habla de un modo simbólico de toda la historia en la que aparece Jesús montado en un jinete blanco que viene a intentar cambiar ese mundo, -aunque no lo cambie, al final se verá quién tiene la razón- el juicio final, es decir Dios, nos dirá claramente quién tenía razón. Hay que entenderlo, ya ahora, para vivir los valores del evangelio, y cuando esto haya ocurrido, Dios finalmente realizará su proyecto, el cielo nuevo y la tierra nueva en los cuales ya no habrá ni llanto ni luto ni dolor, porque la muerte habrá pasado y Dios lo será todo en todos.

En el tercer septenario, que es el central, como el meollo del libro, hay que fijarse en la imagen de la trompeta que llama a la militancia cristiana; así nos va a decir lo que está en juego en este mundo y lo que va a ocurrir si somos fieles al proyecto de Jesús y vivimos en un mundo en que el imperio, romano o cualquier otro, no acepta esos valores típicamente cristianos de la solidaridad, amor al prójimo, servicio al pobre, construir un mundo alternativo... Para explicar mejor lo que es esto, en medio de esas trompetas hace como dos paradas, pone dos grandes interludios, dos grandes paréntesis en los cuales nos explica dos cosas que son importantes para entender cuál es nuestro papel aquí en este mundo.

El primer interludio o primer fragmento lo pone en los capítulos 10 y 11. En esos dos capítulos se nos habla de la vocación cristiana con unas imágenes que ha sacado del Profeta Ezequiel, de la vocación de Ezequiel, que es una vocación profética: el ángel le dice al vidente del Apocalipsis que se trague el librito que le presenta y que cuando lo coma por un lado será dulce al paladar pero también amargo.

Esto es la vocación cristiana, es llenarse del Evangelio bien entendido y el Evangelio, en un mundo injusto, tiene los dos aspectos. Es dulce al paladar, no estaríamos aquí si el Evangelio no hubiera llenado de felicidad nuestra vida, si no fuera buena noticia, como dice su nombre, para nosotros y también para ellos. Por tanto para el profeta llenarse del espíritu de Jesús, llenarse del Evangelio es verdaderamente consolador. Pero es amargo porque el imperio no va a aceptar el testimonio evangélico y por lo tanto le va a llevar a la persecución, como a Ezequiel, cuando les decía a los deportados lo que no querían oír. La vocación profética tiene los dos extremos, es dulce por la esperanza, la fuerza, pero también es contracultural en un mundo injusto y por ello, puede provocar muchos problemas.

En el capítulo 10 le dice que ésa es su vocación, ¡trágate el libro¡ y una vez que ha ocurrido esto, en el capítulo 11, al comienzo, el ángel le dice que vaya al templo y mire.

La imagen lo que quiere significar es que Dios, aunque parezca que la comunidad es perseguida sigue protegiendo a su pueblo, que no están dejados de su mano, que está con ellos. Pero luego continúa: el estar protegido no significa que no vayas a tener persecución y que no vayas a morir, y aparecen dos profetas, las figuras de Moisés y Elías, los dos grandes profetas del A.T. y ellos son perseguidos y asesinados, pero a los tres días y medio Dios los resucitará y les dará la razón. Por tanto les dice a los cristianos que su vocación profética es controvertida, que va a ser maravillosa pero difícil, que les pueden matar pero que el mal no triunfará a la larga.

Al leer el Apocalipsis se pueden distinguir tres libros, que son como los acompañantes de todas las reflexiones simbólicas que va haciendo el autor sobre la historia que está viviendo.

En primer lugar el Libro del Éxodo. Este libro es tan importante para el autor porque recuerda que en una situación desesperada de opresión en Egipto, Dios, por medio de Moisés liberó al pueblo y le abrió nuevas posibilidades de esperanza.

Pero la historia de un pueblo no acaba aquí, el pueblo no se convirtió, fue de dura cerviz y en el pecado llevó la penitencia. En el año 587, los grandes personajes del pueblo judío son deportados a Babilonia y el pueblo tiene la impresión de que Dios lo ha abandonado, no por culpa de Dios, sino por su culpa porque no han sido fieles. ¿Qué dice Ezequiel, qué dice el segundo Isaías, qué les dice la Escritura?. Que Dios es fiel, que no le pueden cansar por desastre que sean, que Dios volverá a liberarlos y el libro de Ezequiel recuerda al pueblo que, incluso cuando han pecado y han fracasado gravemente, cuando no han sido fieles al proyecto de Dios, Dios es fiel y ha seguido estando con ellos, les ha dado la posibilidad de salir de esa situación, no inmediatamente, pero sí a la larga.

Y vuelve a haber otro fracaso, ni siquiera cuando regresan después del exilio a la tierra prometida y reconstruyen la identidad del pueblo, son fieles al proyecto, sino que sigue habiendo pobres entre ellos, no son fieles a la voz de Dios y vienen los reyes seleúcidas, que no solamente los persiguen sino que los persiguen religiosamente, ponen incluso una estatua de Zeus en el templo de Jerusalén para acabar de fastidiarlos. Y el Libro de Daniel dice que Dios sigue siendo fiel al pueblo y que en esta situación vuelve a liberarlo.

Por eso el capítulo 11 lo que quiere decir, y es muy importante, es que el profeta cristiano ha de contar con la posibilidad de que le vayan mal las cosas, como mataron a Monseñor Romero o a Ellacuría o a L. King y han matado a tantas mujeres y hombres anónimos, por ser fieles al proyecto de Dios y por intentar vivir el Evangelio. El profeta ha de saber que Dios le dará la razón y lo resucitará y que con su entrega está contribuyendo a cambiar esto, está haciendo que el "Cordero resucitado" se haga presente en este mundo desde dentro, de manera que no sólo esperemos una nueva vida, sino una vida nueva, distinta, alternativa.

Este es el primer interludio, en el que explica claramente lo que es la vocación cristiana. Y luego viene un segundo, los capítulos 12 y 13 y aquí aparecen los ídolos. Son dos capítulos, por decirlo así, míticos que nos dan las últimas fuerzas que configuran la historia.

El capítulo 12 nos presenta una mujer con 12 estrellas, esa mujer es el pueblo de Dios, las 12 estrellas simbolizan las 12 tribus de Israel. Esa mujer tiene un hijo y el dragón, la serpiente antigua, quiere matar al hijo, aniquilarlo porque ve que puede ser el final de su poder injusto y homicida, pero dice que Dios arrebata a este hijo al cielo, al lado de Jesús resucitado y que la mujer es llevada al desierto para que se purifique como se ha de purificar la Iglesia, y que el demonio no conseguirá triunfar porque si Jesús es arrebatado al cielo, si es exaltado, la condición de posibilidad para que el espíritu de Jesús actúe en todos es precisamente la resurrección. Donde el mal parecía triunfar ha fracasado, ¡sorprendente! Le está diciendo simbólicamente, en esa lucha entre el mal y el bien, simbolizado por Dios y el demonio, que gracias a ese Hijo que ha sido arrebatado al cielo y ha resucitado, el pueblo no será vencido.

Y unos y otros tienen sus ayudantes ¿Quién es el protector del pueblo de Israel en la Biblia? El arcángel S. Miguel. Habrá otra lucha simbólica, en el cielo ahora, entre el arcángel San Miguel contra Satanás y sus aliados y vencerá Miguel, porque desde que Jesús ha resucitado los cristianos saben que el mal a la larga no puede vencer.

El Señor es Dios, respeta la libertad humana, puede hacernos sufrir mucho, pero esa vida cristiana no puede morir y Dios a la larga triunfará.

Y para que acabe de quedar claro qué es lo que significa que "el Cordero ha resucitado y ha vencido", en el capítulo 13 nos presenta a los aliados del Dragón, la serpiente antigua, la Bestia de la tierra y la Bestia del mar. Es como una trinidad satánica, lo contrario a Dios Padre, al Hijo y al Espíritu que ayudan a la comunidad cristiana a ser fieles al Cordero.

En el cap. 13, 1, 10, la Bestia del mar es el imperio romano, lo identifica con ella. Está diciendo quién, de hecho, históricamente en ese momento que está viviendo la comunidad, se ha aliado con Satanás y ha hecho que sufran las consecuencias del mal que nos quiere destruir. Es Roma quien se ha aliado con Satanás y ellos nos destruyen. Y describe a Roma diciendo: "Vi a una fiera que salía del mar, tenía 10 cuernos –el cuerno es el símbolo del Cordero-, tenía 7 cabezas, llevaba en los cuernos 10 diademas y en las cabezas un título blasfemo. Luego no está sola, tiene sus aliados que dependen de Roma, pero son tan injustos como Roma" ¿Y cómo es la fiera que parecía una pantera con patas de oso y fauces de león? El dragón le confirió poder, está recordando a Daniel las imágenes de los grandes imperios que también fueron destruidos. Roma es muy poderosa y por más que diga cosas terribles, no será vencida, porque no está sólo el poder político, está también la propaganda al servicio del imperio. Y las religiones al servicio de la propaganda del imperio. La Bestia de la tierra que está al servicio de la Bestia del mar simboliza todas aquellas propagandas religiosas y políticas que estaban al servicio del imperio y oprimían a los cristianos.

¿Y cual es la consecuencia de que uno sea fiel o no lo sea al imperio? "A todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, esclavos y libres, hizo que los marcaran en la mano derecha o en la frente, para comprar o vender al que no llevase la marca con el nombre de la fiera o la cifra de su nombre...". El Imperio no deja que la gente pueda vivir si no es fiel al imperio.

A modo de conclusión, el Apocalipsis es un libro de meditación cristiana, que reflexiona sobre la historia, que vive su experiencia bíblica de la historia del pueblo de Israel y de la historia cristiana, y quiere animar a la comunidad a ser fiel a Jesús, a vivir los valores evangélicos, por eso es buena noticia, les dice fundamentalmente: "El mal no triunfará, resistid y si resistis contribuiréis a que el proyecto de Dios sea una realidad en la tierra".

El Apocalipsis intenta que hagamos un discernimiento cristiano, que caigamos en la cuenta de que esto de la movilización vale también para nosotros, porque el mundo sigue siendo injusto. Mientras la globalización produzca los efectos que sigue produciendo, mientras en el Sur haya tanta pobreza, tanta miseria, las iglesias cristianas del Norte no podemos estar orgullosas de lo que hacemos. Podemos estar orgullosos de algunas personas, pero como comunidad...

Se nos está invitando al compromiso cristiano, a la militancia.

Para terminar, les invito a leer un texto que escribió un alumno mío, de El Salvador, al acabar la explicación del Apocalipsis:

"Yo, Juan, ciudadano y hermano de vosotros, Pedro, Pablo, María y José, participo de la tribulación y la angustia que sufre mi pueblo.

Estaba orando cuando vi que un monstruo daba voces que venían de los cuatro puntos cardinales. Eran voces penetrantes e insoportables que golpeaban la inocencia de la gente, sacudiéndola con violencia.

Como un viento recio la voz venía del Norte traspasando las fronteras. Me dijo: ´Soy el poder económico; después de ir a muchos lugares he venido aquí para decirte que mi misión y mi responsabilidad es muy grande. Yo tengo la llave de la abundancia y de la escasez; yo soy el responsable de que el pueblo tenga prosperidad y bienestar o tenga miseria y dolor. Haz lo que te mando y te daré lo que quieras`.

Después de esto vi que el monstruo sopló por el Sur y del mar salió una mano gigante con una espada reluciente, con la cual azotó la tierra y sus habitantes, y me dijo: ´Soy el poder militar y tengo por misión guardar la paz y el orden y hacer prevalecer la justicia y el derecho y respetar la vida. Si inclinas la cabeza yo te protegeré`.

La voz que vino del Occidente llegó sutilmente y ofreciéndome una manzana me dijo: ´Yo soy el poder político, mi misión es formar gobiernos y sostenerlos, cambiarlos para mejorar las cosas. Por eso todos esperan de mí. Si me sirves te daré un lugar junto a mí`.

La voz del Oriente venía hacia mí cuando fue atravesada por el Sol. Esta voz se convirtió en pequeñas voces y me dijo: ´Soy el poder de la fe; tengo por misión despertar o adormecer la conciencia de Juan, Pedro, Pablo, María y José, hacer que su vida tenga sentido, que la tiene. Sin mí los otros poderes valen poco; por eso siempre están conmigo y me usan para su fin. Mira que somos muchas voces, usa tu discernimiento y encontrarás un tesoro escondido, el que tenga oídos que entienda`.

Después de esto vi una gran muchedumbre de hombres, mujeres y niños que caminaban con una cruz en el pecho librando una batalla contra la muerte y queriendo alcanzar una paloma blanca. Estando afligido y aterrorizado por los males que vi en mi tierra, busqué el tesoro escondido y encontré una caja muy blanca, que en su interior tenía escritas las palabras JUSTICIA, PAZ, LIBERACIÓN, FRATERNIDAD, ESPERANZA Y VIDA. De su interior salió una luz intensa que cegó y destruyó al monstruo de las cuatro voces. La luz se convirtió en río cristalino, el cual regaba la tierra y comenzaron a salir del corazón de la tierra innumerables casas, los árboles saltaban de alegría y vi que del cielo caía un pan muy grande y una copa semejante rebosando de alegría. Y lloré por última vez y reí con ganas porque alrededor del pan y de la copa estaban Juan, Pedro, Pablo, María y José".

Xabier Alegre Santamaría

Conferencia impartida en el Aula de Teología de la Universidad de Cantabria durante el curso 1999-00.

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