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CULTURA PARA LA ESPERANZA número 51. Primavera 2003

EL MOVIMIENTO ANTIGLOBALIZACIÓN EN SU LABERINTO
ENTRE LA "NUBE DE MOSQUITOS" Y LA IZQUIERDA PARLAMENTARIA.

 

 

Los principales destinatarios de estas páginas son las personas perjudicadas y escandalizadas, tanto por los efectos, como por los argumentos de la actual modernización capitalista. En particular, las personas que intervienen de forma activa en lo social, guiadas, no solo por sus intereses sino también por sus convicciones. Nos dirigimos, sobre todo, a las personas empeñadas cada día en la agotadora y legítima defensa de los derechos y libertades arrasados por la violencia globalizadora. Frente a muchas proclamas abstractas, en esta actividad radica la única fuerza que planta cara directamente a las consecuencias del capitalismo global e, indirectamente, a dicho capitalismo como causa. Lo hacen pero no lo saben. Sin embargo, la falta de una mirada desde la totalidad, alimenta el orden disperso y descentrado de estas actividades e imprime un carácter ambiguo a sus resultados. Es cierto que atienden de manera inmediata y tangible una parte (muy pequeña) de las carencias y el dolor que produce la economía de mercado. Pero, no es menos cierto que este esfuerzo, a menudo ejemplar, se disipa e incorpora en forma de mejoras marginales que perfeccionan, maquillan y retroalimentan la lógica de la globalización.

Las personas generosas conscientes de esta trampa, son muchas. Cada vez más aisladas, resisten a pesar de las presiones y los golpes, no sólo de los de arriba sino, lo que es más doloroso, de sus iguales. Aspiran, no solo a sobrevivir sino a vivir, gozar y si es necesario sangrar, siendo con los otros, de los otros, en otros. Condensan la dignidad perdida por las mayorías silenciosas de los regímenes parlamentarios de mercado, mal llamados "democracias". Su carácter "real" les lleva a partir de lo que hay, es decir, a afirmarlo. Pero su ética les lleva a intentar cambiarlo, a ir más allá de una realidad a menudo brutal, es decir, a negarlo. Por afirmar y negar el mundo, son y no son, habitan en los márgenes. Pero los márgenes, la frontera, es el único lugar donde está la vida. El conocimiento, la comprensión, es para ellos, no un bien de consumo cultural sino una necesidad vital para su propia supervivencia y estímulo. Estas personas, que no se concentran en ningún lugar pero están en muchos, son el blanco al que, como una flecha, apunta este libro. En ellos, en su comunicación, diálogo, cooperación y organización, reside la única esperanza de todos.

No sólo hablamos de Antiglobalización, sino que hablamos en Antiglobalización, desde dentro del movimiento mismo. Pero el prefijo "anti" es vano sin poseer el contenido del nombre que le sigue. Tenemos, pues, para hablar de antiglobalización, que asumir primero la responsabilidad de explicar qué es aquello contra lo que decimos estar. Clarificar, antes que descalificar, la globalización. Esta tarea, es doblemente necesaria porque el término "globalización" se ha hecho tan de uso corriente que acoge en él todos los significados. Se considera que es la solución para el hambre y la pobreza y también que es su causa; que es la antesala de la revolución que es la victoria irreversible y sin paliativos del capitalismo; que es reformable o que solo se puede reformar impidiéndola, que es un invento para que no hablemos del capitalismo o que puede contener la mejor explicación sobre las formas de explotación y dominio de dicho sistema en la actualidad.

La existencia de tantos significados para un mismo concepto, supone que, puesto que todos valen lo mismo, ninguno vale nada. Sobre este vacío conceptual se despliega la quincallería de la izquierda cómplice (por otra globalización), la manipulación de los esfuerzos de millones de personas (globalizar la solidaridad, la justicia, los derechos humanos, el bienestar social) y el maquillaje pacifista de los globalizadores ("los antiglobalizadores persiguen los mismos fines que nosotros": Banco Mundial)

La globalización se expresa en casi todos los ordenes de la sociedad: en lo más grande y en lo más pequeño, en lo local y en lo internacional, en el empleo y en el paro, en las ciudades y en el mundo rural, en la alimentación, el territorio, la educación, la producción artística y los valores. Hablar de ella obliga a una mirada multilateral, a buscar su verdad en su historia, en sus rasgos fundamentales, su lógica interna, sus instituciones, sus formas de desarrollo y las condiciones de su sostenibilidad, pero, sobre todo, en sus consecuencias. En particular el hambre y la guerra. Sin embargo, será necesario, precisar que no sólo vamos a hablar de globalización, sino también en globalización. Esto nos obligará a identificar el efecto que, sobre nosotros mismos, tiene el fenómeno que analizamos.

Globalización es, entre otras cosas, información, imágenes, ideas y deseos, todo ello bajo los nombres equívocos de "cultura" y "comunicación". Hablar cabalmente de globalización nos obliga a investigar como y cuanto estamos globalizados en nuestras apetencias y convicciones. Si no queremos llegar a conclusiones falsas deberemos, en un cierto momento, volver la reflexión sobre nosotros mismos. El lenguaje y el conocimiento, una vez colonizados, son el medio a través del cual la globalización entra en nuestro imaginario. De esta manera, quedamos escindidos entre la parte de nosotros mismos que sufre y, a veces se opone, a la globalización y la parte que colabora con ella. Esta esquizofrenia nos vuelve impotentes.

Es necesaria una incursión en la teoría del conocimiento para explicar por qué un orden en el que las personas son obligadas a funcionar como mercancías, es decir, a comportarse como lo que en su naturaleza no son, se beneficia de la cooperación de sus víctimas, de nuestra colaboración, reduciendo a episodios excepcionales las expresiones de rebeldía individual o colectiva. Ningún régimen puede mantenerse indefinidamente por la fuerza y la represión. La continuidad de un sistema social requiere, no solo el sometimiento, sino también la legitimación frente a sus ciudadanos. La estabilidad política se sustenta en el consentimiento y la adhesión de las mayorías. El hecho de conseguir la colaboración activa de las mayorías perjudicadas o amenazadas por él mismo, es un rasgo específico del capitalismo global. La aspiración popular de que sus descendientes vayan a la Universidad con la finalidad primordial de emplearse como mercenarios bien pagados por los poderosos, es doblemente irracional. Por un lado, los escasos vencedores son la excepción en un océano de perdedores. Al mostrar la posibilidad del ascenso social, se oculta la probabilidad marginal que, realmente, supone imposibilidad para la mayoría. Por otro lado, al pretender incluir a los mejores de entre los excluidos en la maquinaria económica y política excluyente, se potencia dicha maquinaria y se destruye la posibilidad de modificarla de forma sustancial.

Esta irracionalidad, clavada en el núcleo de la subjetividad colectiva, es un mecanismo estratégico de la globalización. Nunca ha sido tan fuerte la movilización de los de abajo en defensa de los valores de los de arriba. El mercado, el intercambio rentable y el egoísmo, han existido siempre, pero solamente en el capitalismo global los contrapesos, las normas sociales y las convicciones que le ponían límites, han decaído hasta casi desaparecer. En la antigua Grecia quien producía o comerciaba para su lucro, en lugar de para satisfacer necesidades o se aprovechaba de la escasez para subir los precios, era tolerado pero condenado moralmente por dedicarse a vivir para sí mismo y no a vivir como debía, teniendo en cuenta a los demás. En la Edad Media, el "justo precio" era el precio que podía pagar quien necesitaba un bien y no lo poseía. En la Revolución Francesa, a los especuladores se les cortaba la cabeza. En la modernidad capitalista, la economía no busca la satisfacción de las necesidades, ordenadas según su importancia vital, sino la producción y reproducción del beneficio privado. La Economía no recibe sus normas de la sociedad sino que, por el contrario, impone a dicha sociedad las suyas, haciendo caso omiso de las consecuencias de hambre, precariedad, contaminación y guerras que acarrean.

Sin embargo, todos cooperan con este descomunal atentado a la humanidad y a la naturaleza. La educación consiste en dotar a la mercancía de cada cual, la propia fuerza de trabajo, de los atributos necesarios para venderla lo más cara posible en el mercado. Que dicha mercancía sea comprada y utilizada para especular sin producir absolutamente nada útil, o incluso, produciendo escasez, contaminación, desarraigo, paro o inseguridad alimentaria, es indiferente a la persona que trabaja.

Esta estrategia, compartida entre beneficiados y perjudicados, junto con la represión, es la base del poder en el capitalismo global. Los de abajo no son seres virtuosos frente a los malvados de arriba. La víctima, sin una subjetividad antagonista, que depende de la comprensión de los mecanismos del poder, no puede sobreponerse a dicho poder. A lo sumo, aunque eso no sea poco, podrá ocupar provisionalmente, el lugar del verdugo para aplicar, ahora desde arriba, la misma lógica que soportó desde abajo. El capitalismo global, productor de toda clase de desgracias, se mantiene, no tanto por la violencia directa o por beneficiar a la mayoría, como por el consentimiento de dichas mayorías. Todos obedecen y siguen las consignas. No porque sean beneficiosas y susciten adhesión o entusiasmo, sino porque es impensable cualquier otra forma de vivir. Este cierre entre como son las cosas y como deberían ser, es el principal mecanismo de gobernabilidad en los regímenes parlamentarios de mercado.

La crítica a la globalización es condición necesaria para levantar un movimiento popular que ponga la fuerza que necesita la defensa de los derechos humanos, la democracia y la ecología. Pero esa crítica exige que no nos situemos nosotros fuera de ella y que esté unida, como la cara a la cruz de una moneda, con las luchas de los de abajo. El territorio de nuestro propio imaginario, como lugar para la lucha antiglobalización, es tan fundamental como inexplorado. La colonización de nuestra subjetividad por la lógica del poder, explica que una globalización que exarceba los rasgos más violentos y excluyentes del capitalismo, no produzca revolución sino sumisión. Pero también, en este territorio se hallan las herramientas para la construcción de lo humano, para sacar del aislamiento y del cieno a una humanidad progresivamente degradada. El lenguaje, junto con la movilización de los cuerpos y las conciencias, es un lugar para la liberación.

En nuestro viaje por la globalización deberemos también prestar atención a factores esenciales para este modo de producción social: la economía, el dinero, el trabajo asalariado, el individuo y el genero. Se globaliza, sobre todo, una economía cuyo producto por excelencia no es garantizar las necesidades de la gente sino el beneficio del capital. Eso supone una violenta reconversión de todos los trabajos y actividades en trabajo asalariado, directo o indirecto, como única fuente del capital. La globalización del capitalismo y la globalización del trabajo asalariado, son una y la misma cosa. El dinero, creado por la sociedad como representante del valor de los objetos, medio de circulación y medio de pago, se convierte en la sublimación de todos los deseos y absorbe la fuerza de la sociedad que le otorga tal poder. Con ello, pasa de instrumento técnico de la economía a protagonista de las relaciones sociales. Aunque son los de arriba los que, al apropiarse privadamente de este poder económico convertido en poder social, tienen el mando, en este hechizo que nivela todos los fines sociales al identificarlos con el dinero, participan por igual los de arriba y los de abajo. La economía de mercado es condición, pero también consecuencia, de la sociedad de mercado, la política de mercado y el individuo de mercado que, en un círculo vicioso, se retroalimentan y engrendan mutuamente.

Cualquier pacto social se apoya sobre un pacto sexual implícito. La globalización capitalista se despliega sobre teorías que consideran protagonista al individuo adulto, plenamente socializado, productivo y consumidor. Pero mantienen en la sombra las actividades de cuidados y afectos que crean, recrean, reparan y acogen a las personas que no han llegado o se salen de ese perfil. La subordinación de estas actividades es la base para la subordinación de quienes las realizan: las mujeres.

Para hablar de Antiglobalización, nos vemos obligados a hablar antes de Globalización. Pero, necesitamos volver al movimiento antiglobalización, porque la crítica a un hecho exige otro hecho. También necesitamos una teoría sobre la extraordinaria proliferación de luchas y enfrentamientos contra los daños del capitalismo global, así como sobre los movimientos que luchan expresamente contra dicho capitalismo global, partiendo de que los primeros, no son exactamente la misma cosa que los segundos. Conocer el movimiento antiglobalización (MAG), nos exige múltiples abordajes: sus acontecimientos principales, sus discursos, etapas, diversidad, contradicciones internas y condicionantes externos, formas de lucha, formas políticas y resultados al día de hoy. Sus luces y sus sombras, su diferencia y su repetición con la izquierda tradicional, sus tendencias dominantes. Nuestra mirada se centrará primordialmente en el movimiento del estado español, considerando el movimiento a escala internacional solo en la medida que se expresa a través del movimiento de aquí. Se trata de hablar, de forma inteligible y argumentada, de y en Antiglobalización, para impulsar la circulación entre los juicios y prejuicios de quienes escribimos y los juicios y prejuicios de quienes nos leen.

Es importante dejar de aparentar que sabemos lo que significan términos como globalización, antiglobalización, izquierda, progreso, trabajo o democracia. El esfuerzo razonador compartido nos hará más fuertes teóricamente. Pero nuestro esfuerzo no es solo para comprender la globalización, sino también para interrumpirla. Hablar de antiglobalización es lo mismo que hablar de lucha contra la guerra, primordial y criminal expresión del capitalismo global de nuestros días. Hablar de guerra es hablar de paz y hablar de paz en el Estado Español, es hablar de una salida pacífica y democrática al conflicto de Euskadi.

Una forma de pensar y de actuar debe legitimarse por sus propias virtudes y no por los vicios de las demás. Unos conocimientos verdaderos sobre la globalización, deberán acreditar su superioridad frente a las falacias de los globalizadores, conquistando la inteligencia y los sentimientos de la gente. Primero de la más activa y luego de otra mucha. Los hechos y las ideas deben valorarse también por sus resultados. En el caso que nos ocupa, los resultados tienen que ver con la capacidad de movilizar y organizar a un número creciente de las víctimas del terrorismo globalizador que sufren, aisladas e impotentes, su condición. Impedir que el mundo de mañana sea peor aún que el de hoy e intentar, a ser posible, que sea mejor. Nos proponemos como evaluación de este esfuerzo, la alta meta de contribuir, no tanto a la lucha final de unos pocos, como a la lucha inicial de muchos.

Las palabras de la antiglobalización deben ser producto del movimiento, pero también el movimiento será producto de sus palabras. El movimiento necesita palabras fuertes y las palabras necesitan un movimiento fuerte. Intentaremos contribuir a este círculo virtuoso. Por eso, este no es un libro sobre, ante, bajo, la globalización y la antiglobalización, sino un libro en y desde la globalización, hacia, para y por, la antiglobalización, contra el neoliberalismo y la guerra. El conocimiento es una relación, una convergencia entre el sujeto y el objeto. La aplicación de nuestras ideas al mundo, no dejan al mundo tal como estaba sino que lo modelan y lo alteran. Ese esfuerzo también nos modela y altera a nosotros. La mejor explicación de que el movimiento antiglobalización es necesario, es el propio desarrollo del movimiento antiglobalización. No se pretende aquí mostrar algunas brillantes paradojas desde el circuito cerrado de la teoría, sino facilitar recursos a los combatientes contra la globalización. Demostrar la necesidad de la lucha antiglobalización consiste, sobre todo, en contribuir a crear sus condiciones de posibilidad. La justificación verdadera de su necesidad es su existencia y su crecimiento.

Una buena teoría sobre la globalización y sobre el movimiento popular que se le enfrenta, nos exige hablar, no solo de lo que es, sino también de lo que debe ser. La economía global es la peor forma de violencia que ha padecido la humanidad, pero se nos presenta como algo natural y benéfico. Para salir de esta naturaleza desnaturalizada, es necesario un esfuerzo práctico y teórico integrado. Salir de la desconfianza hacia la política y tener más desconfianza hacia la desconfianza que nos paraliza. Salir de la tesis once y su contraria: ni interpretar el mundo sin cambiarlo, ni cambiar el mundo sin interpretarlo. Nada de lo "único deseable es lo posible y lo único posible es lo que vemos". Salir del querer ser demasiado y del demasiado no querer ser. Salir de dar gracias a Dios por habernos hecho diferentes, de la estética de la duda y de la especulación sobre la mortalidad o inmortalidad del alma cuando el hambre y la guerra son mortales cada día. Salir de "San José bendito ayuda al obrerito". No sabían que era imposible, fueron y lo hicieron.

Este texto es la introducción de un libro que saldrá en el mes de junio-03 relatando, desde dentro la práctica y la teoría del movimiento antiglobalización en el Estado Español. Su contenido es el siguiente: Introducción. Capítulo I: Globalización. Moneda Unica. Consecuencias. Capítulo II: El despegue del Movimiento Antiglobalización. (M.A.G) Capítulo III: La Presidencia Española de la U.E. primer semestre de 2002. Capítulo IV: El M.A.G. en la encrucijada. Capítulo V: Globalización. Movimiento Obrero y Derechos Sociales. Capítulo VI: Globalización y Defensa de las libertades. Capítulo VII: Agroecología, Seguridad alimentaria y Consumo Responsable. Capítulo VIII: Globalización. Educación. Menores. Capítulo IX: Globalización y Feminismo. Capítulo X: Globalización y Protección de la Salud.

Autores/as: Rosa Bajo, Pilar Galindo, José Manuel Hernández, Agustín Morán, Sira del Río, Gonzalo Romero, Juan Luis Ruiz Jiménez. Ediciones de LA CATARATA y CAES. Precio 12 euros. Condiciones especiales para Colectivos.

A. Morán.

Mayo de 2003

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