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CULTURA PARA LA ESPERANZA número 53. Otoño 2003

11-S. HISTORIA DE UNA INFAMIA
LAS MENTIRAS DE LA VERSIÓN OFICIAL

Ha llegado a mis manos un libro que ha sido poco publicitado. Se trata de 11-S. Historia de una infamia. Las mentiras de la ‘versión oficial’ escrito por Bruno Cardeñosa y editado por Corona Borealis. El libro, como su nombre indica, hace un repaso de los hechos que acaecieron en el 11-S tratando de entender las incongruencias de las informaciones, informes oficiales y declaraciones de testigos que el vértigo de la información apenas dejaba vislumbrar y que una revisión detallada pone de manifiesto. Este breve resumen no puede sustituir a un libro de más de 600 páginas, sino que pretende interesar en su lectura entresacando el hilo más sustancial de unos oscuros sucesos. Me voy a restringir, además, por falta de espacio, a las incoherencias específicas del 11-S y aledaños, sin entrar, al menos de momento en las conexiones industriales-políticas del trasfondo.

Contexto oficial

El vuelo 11 de American Airlines era un Boeing 767, fue secuestrado por Mohamed Atta y otros 4 terroristas islámicos; impactó contra la Torre Norte del World Trade Center (WTC, en adelante).

El vuelo 175 de United Airlines era un Boeing 757, fue secuestrado por 5 terroristas e impactó en la Torre Sur del WTC.

El vuelo 77 de American Airlines era un Boeing 757, fue secuestrado por 5 terroristas e impactó contra el Pentágono.

El vuelo 93 de United Airlines era un Boeing 757, fue secuestrado por cuatro terroristas y cayó sobre Pennsylvania.

Terroristas suicidas vivos y pilotos novatos

De los supuestos 19 terroristas suicidas de la lista facilitada por las Agencias USA, cinco están vivos como lo ha informado la embajada de Arabia Saudí. Cuatro estaban y siguen estando en Arabia y uno estaba en Marruecos. Algunos han concedido incluso entrevistas. Su único delito parece ser haber realizado cursos de vuelo en avioneta en USA (antes de especializarse en grandes aviones en otros países) y ser necesarios sus nombres para rellenar la lista de terroristas. Se ha intentado explicarlo por la coincidencia de nombres de ciudadanos árabes, pero coinciden las fotos, fechas de nacimiento y datos de entrenamiento de vuelo). A algunos les han robado el pasaporte en algún momento (podrían haber sido suplantados) pero en otros ni siquiera se da esta posibilidad. En todo caso USA no ha rectificado la lista de terroristas ‘suicidas’ vivos.

La esposa del embajador de Arabia Saudí en USA, una princesa hija del anterior rey de Arabia (el Rey Faisal) ha hecho importantes donaciones a los terroristas en su programa de ayudas a los árabes que se abren paso en los EE.UU. Atta, supuesto integrista islámico, llevaba una vida disipada alternando bares de ‘striptease’ y consumiendo al menos alcohol en abundancia; su novia en EE.UU. era una bailarina en uno de esos locales. Atta fue detenido por exceso de velocidad al volante y al no llevar permiso de conducir se le dio una citación judicial. No acudió y se declaró su búsqueda y captura. Se le volvió a detener por el mismo motivo pero los ordenadores ‘no mostraron’ la orden de búsqueda. Caducado su permiso de residencia no sólo no sufrió penalización sino que le dieron uno de mayor categoría.

Otro asunto oscuro es la pericia de los pilotos suicidas. Alguno tuvo que repetir el examen de avioneta varias veces hasta conseguir el permiso para pilotarlas y posteriormente le negaron el alquiler de una al verle reaccionar ante los mandos. Los servicios secretos informan de que encontraron videos explicativos y manuales de vuelo en los registros de viviendas y coches de los terroristas.

Sin embargo multitud de pilotos mostraron su convencimiento de que las maniobras realizadas eran de expertos. El autor del libro, Cardeñosa, contacta con dos experimentados pilotos españoles y simulan las maniobras oficiales de los aviones. El resultado es:

Para las Torres Gemelas: los tres primeros intentos no se logró impactar y en los 7 restantes se logró, pero de forma parcial en el caso del segundo impacto. Ambos presentan correcciones finales que no realiza cualquier piloto. A 800 km/h un despiste de una fracción de segundos supone desviaciones de varios metros. Es posible para un piloto experimentado y entrenado.

Para el Pentágono: De 10 intentos sólo se consiguió impactar en una ocasión contra la terraza. El viento y los obstáculos (vallas, árboles, farolas) impiden acercarse sin impactar antes en ellos o en el suelo si se intenta alcanzar la fachada. Es imposible la maniobra indicada por las autoridades USA.

Según informaciones del 15 de septiembre de la revista Newsweek y la cadena de televisión MNSBC, luego no recordadas, tres de los terroristas estaban en las listas de fuerzas militares entrenadas en la base naval de Pensacola (Florida), en la Escuela de Guerra Aérea de Montgomery (Alabama) y en la Base aérea de Lackland (Texas).

De que el ataque al Pentágono fue realizado con misiles y no con un Boeing hay numerosas pruebas.

Las baterías antiaéreas del Pentágono debían haberlo derribado pues el avión llevaba desconectado el emisor de señales de "aparato amigo". El misil debería haber llevado activada esta emisión para no ser interceptado también.

Alguien filtró la filmación de las cámaras de seguridad exteriores del Pentágono a la TV, y en ellas no se ve en ningún momento el avión y si una fina estela que el Boeing no dejaría, además de la explosión. Para que el avión no hubiera sido captado por las cámaras debería haber viajado a 2.000 km/h, harto difícil para un avión comercial. El contraste con las grabaciones de una gasolinera y un hotel cercanos es imposible porque el FBI las confiscó.

Los muros de hormigón del Pentágono son a prueba de impactos por lo que la versión oficial indica que el Boeing se volatilizó en el choque. Sin embargo, aparecen en diversas fotografías de los equipos de rescate agujeros de impacto atravesando muros interiores, muy pequeños para un Boeing que no se hubiera volatilizado y que precisamente es muy frágil en su morro. No aparecieron restos del Boeing, hasta que días después, ante las preguntas de los periodistas, informaron de un trozo de fuselaje.

Los primeros testimonios de gente próxima hablan de lo que oyeron y los que vieron algo lo describen como una pequeña avioneta, e incluso de que batía las alas. Ningún testigo no militar vio el Boeing. También se informaba de explosiones ‘dentro’ del Pentágono. Los controladores aéreos vieron un eco radar de maniobrabilidad similar a un caza o a un misil, mientras que el vuelo 77, supuesto agente del choque, se perdió de los radares una hora antes del atentado. La caja negra del avión no apareció hasta tres días después y con sus datos borrados por las ‘altas temperaturas’.

Todo lo anterior apunta al lanzamiento de un misil AGM-86 con alas móviles, con capacidad para penetrar gruesos muros de hormigón cargado con el tristemente famoso uranio empobrecido, y capaz de provocar las explosiones de dentro hacia fuera que se aprecian en las imágenes filtradas a la prensa.

Los muertos iniciales en el ataque al Pentágono eran 800, semanas después eran 124 en el Pentágono y 64 del Boeing; entre los muertos sólo un militar.

La lista de pasajeros de los vuelos secuestrados indican la presencia de varios trabajadores de Raytheon en algunos vuelos. Esta empresa no ha confirmado que hacían, de dónde venían y a dónde iban sus trabajadores a pesar de las preguntas formuladas. En agosto de 2001 algunas revistas informaron que esta empresa de material militar (misiles Tomahawk, avión espía Global Hawk, o el sistema de guerra electrónica HAARP entre otras realizaciones) logró en Nuevo México (USA) manejar un Boeing 727 sin piloto y sin modificar los equipos del avión, mandando sofisticadas señales electrónicas. Fueron capaces hasta de hacerlo aterrizar, una maniobra harto compleja.

Investigaciones cortadas, pese a lo cual lo sabía ‘medio mundo’

John O’Neil, agente del FBI experto en Al Qaeda afirmó "Me voy porque no me dejan investigar a Bin Laden" en los atentados previos contra intereses americanos en Africa y Yemen. Le ofrecen trabajar como jefe de seguridad en el WTC con un sueldo 5 veces mayor que el del FBI; entra a trabajar el 10 de septiembre y fallece el 11 de septiembre en las Torres.

Un pasajero del vuelo 11 cae abatido por disparos al rebelarse contra los secuestradores. Luego se corrige la información porque los terroristas ‘sólo’ llevaban cuchillas y cuchillos de plástico. El pasajero era un agente secreto de Israel, Daniel Lewin. Más de 120 agentes israelíes seguían la pista del grupo de M. Atta. El Mossad israelí entregó una lista de 4 terroristas suicidas a EE.UU. el 23/08/2001; se cursaron otros 4 avisos indicando que se usarían aviones comerciales. Los servicios secretos de Israel impiden que Ariel Sharon (primer ministro israelí) acuda a una cita el 11 de septiembre en Nueva York.

El Informe Fenix de servicios secretos USA indicaba el entrenamiento como pilotos de terroristas y preveía posibles atentados con aviones.

Coleen Rowley, del FBI, detiene el 16/08/01 a Zacarías Moussaoui (presuntamente el previsto quinto asaltante del vuelo 93 que no pudo cumplir su función por estar detenido). Escribe en su informe: "Es capaz de estrellar un avión contra el WTC". No le autorizaron continuar la investigación.

W. Arkeh, jordano detenido en Florida por la CIA el 21/08/2001, declara: "Algo grande va a ocurrir en Nueva York, porque el ataque con bomba de 1993 contra las Torres Gemelas fue un trabajo inacabado". No se siguió esta pista.

Richard Dennison, del American Savings Bank denunció al FBI que en su estancia en El Cairo había recibido informaciones de que en septiembre u octubre terroristas islámicos estrellarían aviones comerciales contra el WTC. El presidente egipcio Mubarak también ha declarado que habían advertido e la preparación de un gran atentado por esas fechas.

El servicio secreto alemán (BND) también informó de los atentados concretando que sería en la semana del 10 de septiembre y contra el WTC. Los italianos también informaron, así como los franceses e ingleses. A ninguno se le prestó atención como tampoco se hizo con la detención de Bensakhria en España. Estas pistas europeas sólo se siguieron tras los atentados.

Vreeland, detenido en Canadá, se identifica como del Servicio Secreto de la Marina USA. La Marina no lo reconoce como tal, aunque posteriormente se comprobó que incluso tiene despacho en el Pentágono. Para defenderse escribe ante el juez un informe que guarda en sobre sellado a abrir el 14 de septiembre; en el describe los ataque a Nueva York e indica que su fuente de información ha sido el hijo de Saddam Hussein a través del presidente ruso Putin. (Nota: La enemistad de Saddam con Bin Laden parece ser manifiesta; incluso Bin Laden ofreció un contingente de 50.000 de sus hombres en Afganistán en ocasión de la ‘liberación’ de Kubait; aunque Arabia y EE.UU. no lo consideraron oportuno).

Se ha comentado que la red de espionaje electrónico no funcionó y que la red de agentes de carne y hueso estaba muy mermada. Sobre informes de agentes ya hemos comentado algunos. Sobre el espionaje electrónico se detectaron 17 registros de página web con nombres del estilo "worldtradecenterbombs" (bombas del WTC), "attacckamerica" (america atacada), "august11horror" (horror del 11 de agosto), "newyorkattack299" (ataque a NY el 29/09), "terroratack2001" (ataque terrorista en 2001). Aunque el día y el mes bailan, la pista no se siguió. La Agencia Nacional de Seguridad (NSA) captó mensajes telefónicos del desde Afganistán: "Mañana es la hora cero", "el partido está a punto de comenzar" que no se descifraron hasta el 12 de septiembre. Parece ser que las conversaciones y e-mails interceptados fueron muchísimos y el "The Washington Post" ha entrevistado a un agente del FBI que denuncia la destrucción de esos mensajes en la oficina de Denver.

Jeb Bush, gobernador del estado de Florida y hermano del actual presidente, activó el 7 de septiembre una declaración de estado de emergencia sin causa aparente. Por espacio de dos años faculta a las autoridades ciertas ‘libertades’ no ejecutables en otras condiciones. Las investigaciones policiales sobre los pasos de los terroristas en Florida pueden presentar ‘lagunas’ por razones de ‘seguridad’. A la escuela de vuelo de Atta llegaron agentes federales sólo 15 minutos después del primer atentado.

La Agencia Federal de Intervención para Emergencias (FEMA) dio orden de alerta el 10 de septiembre sin especificar de que se trataba. El FEMA de Massachusetts fue enviado el mismo día 10 a Nueva York.

El día 10 diversas personas reciben cancelaciones de sus viajes. Al alcalde de San Francisco le avisan para que no viaje a Nueva York por razones de seguridad. Lo mismo le ocurre al escritor Salman Rushdie. Periodistas convocados en el helipuerto del Pentágono, en la cara y tiempo del atentado, son informados de que se aplaza la visita. Varios altos oficiales del Pentágono cancelan sus viajes para el 11 de septiembre.

Alerta en Rota y en otras bases y embajadas USA, 4 horas antes de los atentados; nadie explicó nada aún cuando al menos el alcalde de la localidad española hizo preguntas sobre la alerta.

Algunos trabajadores de la empresa israelí Odigo (con sede en el WTC) reciben mensajes de móviles para que se fueran minutos antes de los atentados. Parece ser que no es cierto que todas las empresas judías recibieron idénticos mensajes. En todo caso las cifras de muertos han sido rebajadas una y otra vez, y el hecho es que las torres estaban a un 20% de su ocupación normal.

Lo ‘sabía’ la Bolsa

La versión oficial indica que Bin Laden, además de planear los atentados planeó un complejo sistema de especulación financiera para sacar partido de las repercusiones en bolsa de los atentados. Entre las empresas sobre las cuales se realizaron estos movimientos especulativos figuran las dos aerolíneas cuyos aviones fueron secuestrados, muchas de las empresas con oficinas en el WTC, las aseguradoras de las Torres y Raytheron y empresas de material militar, por supuesto, previendo las campañas militares que luego se han producido.

Las operaciones de futuros sobre estas empresas se incrementaron en los días anteriores al 11-S entre 20 y 45 veces más de lo habitual generando ganancias de cientos de millones de dólares. La investigación de los beneficiarios de estas maniobras bursátiles tropezó con un "ha sido Bin Laden" oficial al tiempo que los archivos de las operaciones para la identificación concreta de los beneficiarios e intermediarios ˇfueron destruidos el 11-S!. Cayeron con la Torre 7 del WTC (Torre Salomón). Esta Torre también sufrió explosiones en las plantas ocupadas por una Agencia del Gobierno según el testimonio inicial de testigos (que luego padecieron amnesia), fotos del incendio en esas plantas y el informe de ingeniería que no se explica el desplome de esa Torre (excepto en lo relativo a la existencia de un ˇdepósito de combustible! ubicado a tres metros de altura de la calle por Oficina de Gestión de Emergencias, cuyo jefe estaba implicado en la oferta de trabajo de O’Neil en la seguridad de las Torres); y solamente cayó por fallos estructurales a consecuencia de la caída de las otras torres, según la versión oficial.

La defensa aérea de paseo

Dos cazas con pilotos expertos pueden impedir que un avión se dirija a un objetivo. Sin derribarlo, pueden bloquearle el paso, conducirlo bajo su rebufo, enviar interferencias a los instrumentos de a bordo, etc.

Cuando aviación civil informa del secuestro o sospecha de graves problemas en un vuelo se envía una pareja de cazas en misión de reconocimiento e interceptación; de ello se encarga el NORAD (Mando Aéreo de la Defensa de Norteamérica). El NORAD no comunicó los datos de las misiones de interceptación del 11-S hasta una semana después y de sus informes, en los que figura el tiempo del aviso de aviación civil; el tiempo y lugar de partida de los cazas y el tiempo y espacio que faltaba para interceptar a los aviones secuestrados cuando impactaron, se deduce con una simple calculadora y distancias entre las bases aéreas y Nueva York o Washington varias cuestiones interesantes.

Los cálculos para los cazas F-15 que salieron de la base de Otis para interceptar los aviones dirigidos contra el WTC volaron a 262 km/h hasta que se produjo el primer impacto y a 1.200 km/h después, pero no alcanzaron la velocidad punta de 2.500 km/h. Aunque antes del primer impacto contra las Torres se hubiera minimizado la amenaza, el segundo Boeing podría haber sido interceptado si los cazas hubieran acelerado al máximo sus motores. Por si esto fuera poco, se detecta un retraso entre la confirmación de que hay problemas en esos vuelos por aviación civil y la comunicación a la defensa aérea.

Los F-16 que partieron en defensa del Pentágono lo hicieron desde la base aérea de Langley a 200 km y no desde la base de Andrews a 15 km. Se ha justificado con que en Andrews no hay unidades de acción rápida de guardia, pero la información oficial dice que hay dos, uno de la fuerza aérea y otro de la marina. Aún partiendo de Langley, calculando a qué velocidad viajaron los cazas para quedarse a 165 km del Pentágono en el momento del ataque, ésta resulta ser de 342 km/hora, cuando la velocidad media normal de estos cazas es de 900 km/h y pueden alcanzar la de 2.500 km/h (dos veces y media la velocidad del sonido).

Sobre el vuelo 193 la información es más confusa porque se supone que los cazas en vuelo se dirigieron hacia él y no partieron de una base definida a una hora determinada. La versión oficial indica que los pasajeros estrellaron el avión conscientes de la inminencia de atentado terrorista. Indica además que los cazas de Otis y Andrews no llegaron a tiempo a la zona. Sin embargo, los sismógrafos detectaron una onda sónica (producida cuando un avión supera la velocidad del sonido) en el entorno. Posteriormente se informó que cazas de la base aérea de Toledo (Ohio, EE.UU., no nuestro Toledo) habían partido también en misión, ˇpero antes de que se informara de problemas en ese vuelo!. El cotejo de los horarios oficiales con los registros sismográficos de una universidad americana reflejan ciertas imprecisiones a veces muy interesantes.

Las Torres no cayeron por los impactos de avión

Otro capítulo muy interesante de esta historia es contestar a la pregunta de por qué cayeron las Torres Gemelas. Según la versión oficial la combustión de la bencina de los aviones derritió el acero y se produjo un fallo estructural. El incendio de los aviones no es muy probable que fundiera el acero, y menos el de los soportes centrales de las Torres.

Pese a lo que se dijo en un principio, los bomberos sí llegaron a las plantas superiores al impacto e informaron de un plan para atajar el incendio (como demuestran las grabaciones que el cuerpo de bomberos no pudo analizar por negarse a firmar previamente la confidencialidad, pero que los familiares de las víctimas difundieron a pesar de haber firmado esa confidencialidad).

Los registros sismográficos de la Universidad de Columbia indican explosiones previas a la caída de las Torres. Expertos en demoliciones indican que la caída de las torres parece ser una demolición controlada y no un derrumbe con componente lateral.

Se informa por los equipos de limpieza posterior a los atentados del hallazgo de lagos de acero fundido en los sótanos más profundos del WTC de la Zona Cero. Es imposible que proviniera de la zona de impacto de los aviones. Además, todo el acero fue vendido rápidamente y a bajo precio a compañías australianas y chinas, ocultando las pruebas.

Dejamos para el lector las conclusiones y para los que esperamos se animen a leer el libro de Cardeñosa la extraña cadena de muertes de microbiólogos, los informes de los ataques con ántrax, los negocios conjuntos de miembros de la familia Bin Laden con la familia Bush, etc.

ANTONIO SAA

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